‘Irfán: el camino gnóstico del Shiísmo
“Nuestra causa es un secreto
dentro de otro secreto,
el secreto de algo que permanece
oculto,
un secreto que sólo otro secreto
puede develar;
es un secreto acerca de un
secreto que se basta con un secreto”.
Ya’far
As Sadiq, VI Imam shiíta.
El Islam, en toda su riqueza y complejidad, reconoce diferentes caminos
mediante los cuales aprehender el mensaje revelado por Dios a su Profeta
Muhammad (mal conocido como Mahoma) y
contenido en el Sagrado Corán. La muerte del Profeta del Islam en el año 632 despues de Cristo significó
también la progresiva delimitación de las dos escuelas o ramas más importantes
del Islam: la Sunna ,
a la que suscribe en la actualidad alrededor del ochenta y cinco por ciento de
los musulmanes del planeta, y la Shi ’ah
que representa el quince por ciento restante. Contrariamente a lo que suele
sostenerse, incluso desde algunos ámbitos
académicos, las diferencias entre ambas escuelas no se reducen simplemente a
una pugna por la dirección de la entonces joven comunidad, sino que implica
toda una serie de consideraciones relacionadas con los niveles de
interpretación del mensaje revelado. Así, mientras la Sunna reconocía en los
jalifas que siguieron a Muhammad una autoridad meramente política, la Shi ’ah sostenía que quien
habría de hacerse cargo de los asuntos de los creyentes no podía ser sino aquel
que poseyera un conocimiento espiritual
transmitido directamente por el Profeta y a quién Dios hubiera
preservado del error. En base a una tradición (hadíz), relacionada
específicamente con un versículo coránico, en la cual se narra cómo Muhammad
cubre y proteje con su manto a cinco miembros de su familia a quienes Dios
purifica en el mismo acto[1],
la Shi ’ah
reconoció en ‘Ali (primo y yerno del Profeta) al primero de una cadena de doce
descendientes que preservarían, para los sinceros buscadores espirituales, el
conocimiento profundo de La
Revelación , velado a los ojos de la mayoría. Un famoso dicho
de Muhammad reza: “Yo soy la ciudad de
conocimiento y ‘Ali es la puerta”, confirmando así la función iniciática de
este último. En el Sagrado Corán encontramos explícita la promesa de una guía divina
para los creyentes: “…os pondrá (Dios) una Luz que ilumine vuestra marcha”[2].
Y es el mismo Profeta quien se encarga de señalar la vinculación celestial que
lo une a ‘Ali empleando nuevamente el simbolismo lumínico: “Yo y ‘Ali somos una sola y misma Luz… Yo fui con ‘Ali una sola y misma
Luz catorce mil años antes de que Dios hubiera creado al Adán terrestre”[3]
. De la lealtad para con ‘Ali y su familia vendrá el nombre con el que se los
conoce: “shi’atul ‘Ali”, los seguidores de ‘Ali. Así, mientras el jalifa entre
los sunnitas tendrá un poder de carácter temporal y mundano, los Imames[4]
shiítas serán los “amigos intimos de Dios” (Awliyá Allah) y los custodios de la
sabiduría profética, pues “todos los
Imames son una sola y misma Luz, una sola y misma esencia, ejemplificada en
doce personas. Todo lo que se aplica a una de ellas, se aplica igualmente a
todas las demás”[5].
Al ser rapidamente desplazados del poder, los shiítas fortalecieron una estricta disciplina
del arcano, en la convicción de que ‘Ali y sus once descendientes mantendrían
abiertas las puertas de la iniciación cuando las de la profecía se habían
cerrado para siempre con la muerte de Muhammad. Los trabajos atribuidos a los
Imames en los cuales se profundizan aspectos relacionados con el desarrollo del
alma del creyente son abundantes, siendo el amor por el Profeta y su familia el
elemento fundamental de la mística que sustenta todo el pensamiento shiíta.
Es interesante observar la relación profunda que vincula al
Sufismo con los Imames de la Shi ’ah.
De hecho, de las cuarenta y un ordenes sufies tradicionales, cuarenta remontan
su cadena de transmisión espiritual a ‘Ali, mientras que la orden restante, la Naqshbandiyya , ubica
al sexto Imam shiíta, Ya’far As Sadiq, entre uno de sus primeros maestros. Los
autores shiítas no dudan en afirmar que el Sufismo sunnita se nutre
principalmente de las enseñanzas de la familia del Profeta pero que se equivocan al colocar al Shaij
principal de la Orden
en el lugar que, en la Shi ’ah,
ocupa el Imam. Haydar Amuli, destacado pensador shiíta del siglo XIV, sostiene
que el sufi es un shiíta que olvidó el papel central del Imam en la transmisión
del conocimiento espiritual. Incluso Ibn Jaldún escribe: “Así pues, los sufies
se saturaron de las teorías de la
Shiah , que penetraron profundamente en sus ideas religiosas”.
El islamólogo francés Henry Corbin coincide con Amulí al remitir a la Shi ’ah los orígenes del
Sufismo señalando que esta última corriente reúne en el Profeta las
características propias del Imam, desconociendo la función específica de este
como Custodio y Transmisor de los secretos esotéricos del Mensaje[6].
Para Seyyed Hossein Nasr “puede decirse
que el esoterismo islámico cristalizó en la forma del sufismo en el mundo
sunnita mientras que impregnó toda la estructura del shiísmo desde sus orígenes”[7].
Las tradiciones dan cuenta del contacto permanente entre los Imames y los
máximos referentes de Sufismo sunnita por lo menos hasta el octavo Imam llamado
‘Ali Ar Rida muerto en el año 818 de la era cristiana. El Imam Ar Rida cesó el
contacto con aquellos circulos que se autoproclamaban como sufies debido no sólo
a la necesidad de actuar con la mayor
cautela posible frente a la hostilidad de los gobernantes (recordemos que once
de los doce Imames murieron asesinados) sino también por las actitudes pomposas
y soberbias de muchos de los que se hacían llamar sufíes. A partir de ese
momento, y en un proceso gradual, la gnosis shiíta recibirá el nombre de ‘Irfan
para distingirse del Sufismo. Sin embargo, y como testimonio de la estrecha
relación que hermanó en sus orígenes a ambas corrientes místicas, no resulta
extraño aun hoy encontrar ambos terminos utilizados como sinónimos en los
libros shiítas que versan sobre la vía espiritual del Islam.
La palabra ‘Irfan
designa, entonces, a un conocimiento de tipo gnóstico entendido siempre como el
saber relacionado con los misterios divinos reservados a una elite, que en este
caso es espiritual[8] . La
elección de este termino no parece casual
ya que al hacer referencia con él a cierta clase sabiduría, el shiísmo
intenta establecer una distinción entre los estados superiores del alma
alcanzados por la iluminación y la reflexión profunda, de los arrebatos
extáticos comunes en el Sufismo, muchas veces peligrosos e inapropiados como lo
demuestra la triste experiencia de Hallay y su martirio. Una tradición
atribuida al Profeta señala con exactitud el Legado que los Imames han de
custodiar y dispensar con la anuencia divina: “Que Dios proteja después de mi a ‘Ali y a los herederos de mi
posteridad -dice Muhammad- pues
ellos son los Guías. Dios les ha dado mi
comprensión y mi ciencia, lo que
quiere decir que tienen el mismo rango que yo, en cuanto a la dignidad de mi
sucesión y de la del Imamato”[9].
En la importancia otorgada al conocimiento y la sabiduría como caminos
conducentes a Dios, la Shi ’ah
no se aparta de lo que el mismo ‘Ali recomendara: “No existe adoración tal como la reflexión en la Obra de Dios, Poderoso y
Majestuoso”[10];
mensaje que adquiere mayor contundencia en las palabras del VII Imam, Musa Al Kazim: “La superioridad del sabio sobre el devoto
es como la superioridad del sol sobre las estrellas”[11].
El concepto de
‘Irfan se impondrá definitivamente con la instauración del Reino Safaví en Irán
en el siglo XVI. Recordemos que esta dinastía tuvo sus orígenes en una orden
sufi de Asia Central que incorporó, a medida que fue expandiendo y consolidando su poder, algunos elementos
del shiísmo. Se inició con ella un proceso interesante y contradictorio en la
historia de esta rama del Islam. Por un lado se declaró a esta escuela como la
oficial del reino, dando lugar a una epoca de esplendor para el pensamiento
shiíta que se había desarrollado, hasta ese momento, casi en la clandestinidad.
Pero por el otro, la institucionalización del shiísmo como “religión de Estado”
supuso la formación de una especie de clero oficial demasiado preocupado en los
aspectos relativos a la jurisprudencia. El gran filosofo iraní ‘Ali Sharití
sostuvo que el impacto que a nivel
popular tuvo la actitud de los safavíes fue nefasta, ya que lejos de exaltar
entre los creyentes aquellos elementos del shiísmo que hacen referencia a la lucha
por los desposeídos y la justicia social, hizo hincapié en fomentar el recuerdo
de los Imames asesinados, promoviendo multitudinarias manifestaciones de
dolor en donde se incluían escenas de
autoflagelación. “El shiísmo rojo de la revolución, decía Shariatí, fue
suplantado por el shiísmo negro del luto, funcional al Estado”[12].
Durante este período, muchos hombres
mundanos empezaron a utilizar las vestimentas que caracterizaban a los sufíes
con el fin de congraciarse con las autoridades e intentando obtener beneficios
por parte de estas, empleándolas como símbolos de estatus, desacreditando
así al Sufismo ante los ojos de la
gente. La palabra Sufismo se había
degradado y ya no daba cuenta de la profundidad del camino espiritual del
Islam. El termino ‘Irfan se impuso, desde entonces, en los círculos shiítas.
El Corán y las enseñanzas del Profeta Muhammad y su familia
son las fuentes esenciales del ‘Irfan y las guías indiscutibles para el
buscador espiritual. Esta no es una diferencia menor con el sufismo, cualquiera
sea la orden de la que hablemos, pues en la gnosis shiíta los Imames no están
incluidos en una cadena de transmisión que los contiene sino que son ellos, los
doce Imames, la cadena completa sin que haya necesidad de nadie más; fueron
elegidos como “Amigos intimos de Dios” desde antes de la creación. Todo el
conocimiento trascendente es protegido, custodiado y dispensado por los
miembros de la Casa
del Profeta, cuyo ultimo representante es el Duodecimo Imam, Muhammad Al Mahdi,
quien, de acuerdo con la tradición shiíta no está muerto sino que se encuentra
oculto, velado a los ojos de quienes son
incapaces de percibirlo con el organo sutil del corazón. A esto se refería el
Sexto Imam cuando dijo: “Ciertamente
nuestros seguidores poseen cuatro ojos: dos en la cabeza y dos en el corazón”[13]. Los Imames lejos de ser sólo hombres sabios y
piadosos cumplen una función espiritual de dimensiones cósmicas y, en tanto se
constituyen en Guardianes de los Secretos de la Revelación , son
manifestación de la Misericordia
divina para los creyentes. No podría pensarse el mundo y el sentido del mensaje
divino si no hubiese instaurado Dios un custodio que velase por él siempre, y
hacia el cual los hombres pudieran dirigirse en busca del conocimiento que
libera al alma en la medida en que la somete al designio divino. Guiado por el
amor al Profeta y su familia, el gnóstico shiíta no deja de esperar la reaparición física de
XII Imam para que se levante como Guía de la humanidad toda, procurando al
mismo tiempo develarlo en su interior como
fuente del Conocimiento Divino, pues el Corán le recuerda que “en la tierra hay signos para los
convencidos, y en vosotros mismos también. ¿Es que no veis?”[14].
Es conciente, además, de que sus esfuerzos por purificar su alma no son una
tarea individual sino que se trata de un trabajo colectivo a fin de reconducir
la creación en su conjunto hacia Su
Señor. Por ello, nadando entre las preciosas letras del Mensaje, su corazón repite
las palabras de Dios escritas en El Libro:
“Ciertamente, Dios no cambiará la condición de un pueblo mientras este no
cambie lo que en sí tiene”[15].
Husain 'Ali Molina
[1] “Dios sólo quiere libraros de la mancha, Gente de la Casa , y purificaros por
completo” (Sura 33, aleya 33). Emplearemos en el presente trabajo la traducción
de Julio Cortés: “El Corán”, Ed.
Herder, Barcelona, 1993.
[2] Sura 57, aleya 28.
[3] CORBIN, H. “El Shiísmo”, en Revista
Kauzar; año IV, Nº 14. Teherán, 1996.
[4] La palabra Imam designa a aquel que se mantiene o camina delante de los demás,
al que guía.
[5] Expresiones de Haydar Amulí
recogidas por Corbin en “El Shiísmo”, en Revista Kauzar; año IV, Nº 14. Teherán,
1996.
[6] Es interesante la respuesta que Frithjof Schuon, sufí y uno de los
máximos representantes de la sophia
perennis de nuestro tiempo, ofrece al planteo de Corbin en “Aproximaciones
al fenómeno religioso”, Olañeta Editor, Barcelona, 2000.
[7] NASR, Hossein.”Sufismo Vivo”,
Ed. Herder, Barcelona, 1984. Pag. 133.
[8] Seguimos aquí el concepto de gnosis que propone el Dr García Bazán.
Cfr. Francisco García Bazán en Gnosis, la
esencia del dualismo gnóstico, Ediciones Castañeda, Buenos Aires, 1978,
Pag. 31. En el mismo sentido es empleado por Henry Corbin en sus numerosos
trabajos relacionados con el Shiísmo.
[9] CORBIN, H. “El Shiísmo”, en Revista
Kauzar; año IV, Nº 14. Teherán, 1996.
[10] Tradición tomada de “Amali Tusi”,
Tomo I, pág. 145; reproducida y traducida al castellano en: “Al Haiat”, Organización de Propagación
Islámica, Teherán, 1994. Tomo I, pág. 29.
[11] Tradición tomada de “Tuhaful
‘Uqul”, pág. 302; reproducida y traducida al castellano en: “Al Haiat”, Organización de Propagación
Islámica, Teherán, 1994. Tomo I, pág. 41.
[12] SHARIATI, Ali. “Shiísmo Rojo”, Editorial
Sohof, Teherán, 1991.
[13] Tradición registrada en “Tasirul
‘Aiashi”, Tomo II, pág. 244; reproducida y traducida al castellano en: “Al Haiat”, Organización de Propagación
Islámica, Teherán, 1994. Tomo I, pág 9.
[14] Sura 51,aleyas 20 y 21.
[15] Sura 13; aleya 11.