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Desde este espacio los invitamos a pensar, tanto los acontecimientos políticos como las producciones filosóficas y espirituales de nuestro continente y del Mundo Islámico, más allá de los presupuestos ideológicos a partir de los cuales se construye "la realidad" desde los medios masivos de comunicación y de los que se nutren, también, las categorías de análisis de buena parte de la producción académica.

Esperamos sus aportes.

lunes, noviembre 07, 2011

Los Bereberes en la historia



Los Bereberes en la historia:
Nacimiento de una conciencia identitaria


Mohand Tilmatine, Universidad de Cádiz.



1. Una cuestión de denominación: ¿bereber, amazigh o amazige?


Introducción


La revuelta que ha caracterizado en los últimos años el movimiento bereber en el Norte de África, y sobre todo en Argelia, lleva emparejado también un cierto número de transformaciones lingüísticas, las cuales se pueden sin duda interpretar como señales evidentes que revelan un claro refuerzo de la toma de conciencia de una identidad bereber. A los nombres tradicionales, marcados por la religión, como Mohammed, Salah, Alí, Khadija o bien Fátima, se prefiere ahora cada vez más otros como Jugurtha, Aghiles, Dihya o Tanina, que se refieren a figuras históricas o legendarias de la resistencia bereber, o bien representan, en su forma, consonancia y sentido, nombres considerados como típicamente bereberes.

De la misma manera, se esta llevado a cabo un proceso de redenominación en la onomástica y la toponimia local; muchos nombres de lugares, universidades, centros culturales y otras instituciones, recobran sus antiguos nombres bereberes (Tubirets en lugar de Bouira; Bgayet para Bougie / Bujía, Tihert para Tiaret ....) o bien se les quita el nombre para adoptar el de una personalidad que, al menos en el imaginario popular cabilio, disfrute de la imagen de un defensor de la lengua y cultura bereber.

Uno de los aspectos fundamentales en el proceso de la constitución o la recuperación de una identidad consiste en el dominio del campo, simbólicamente muy cargado, de la denominación. La reciente historia de España ofrece ejemplos suficientemente claros con respecto al tema. Esta voluntad, evidente en la Cabilia, de recurrir en todos los niveles a nombres que hagan referencia al bereber atestigua sin lugar a dudas que estamos frente a un proceso de reconstrucción de la memoria histórica y cultural que se lleva a cabo a través de varios agentes ‑por supuesto, y sobre todo, a través de formas lingüísticas y simbólicas‑ con el objetivo de fijar y estabilizar la identidad propia. A cada nueva fase en la historia de un Estado o de un pueblo corresponden nuevas denominaciones, que se podrían analizar como otras tantos estratos históricos distintos. Un nuevo nombre suplanta a un nombre dado.

Denominar es identificar y al mismo tiempo, también, creación de identidad.

En este contexto se debe analizar también el concepto amazigh, que conoce, sobre todo en el Norte de África, cada vez mayor aplicación en lugar del concepto bereber, el cual tiene un uso tradicional en Europa.



El concepto bereber

En España, como en el conjunto de los países europeos, se ha impuesto el uso del concepto bereber y sus derivaciones. Este término, que procede del griego barbaroi y del latínbarbarus, no está reconocido por la población berberófona, que nunca lo usa como denominación propia. La palabra ha llegado a través los europeos y de los árabes (al-barbar).

El verbo árabe barbara, que aparece en los textos de los geógrafos árabes de la época medieval significa aproximadamente “alborotar, armar bullicio / tumulto; vociferar. parlotear. murmurar, musitar, mascullar”, e incluso, el adjetivo barbarî, además del etnónimo que tratamos, significa también “bárbaro, incivilizado” . Este término remite al etnocentrismo greco-latino, y en no menor medida al árabe, y se considera, a juicio de los numerosos norteafricanos a quienes se aplica, como una palabra cargada de connotaciones negativas.



El concepto amazigh y su uso en el Norte de África


El término “amazigh” esta atestiguado desde la antigüedad como etnónimo, y presenta, según la época y la fuente, diferentes variantes como por ejemplo: Maxyes, Mazyes, Mazaces, Mazices, Mazazaces etc.. No hay entre los especialistas unidad sobre una etimología exacta de la raíz “mzR”. Tampoco parece haber quedado definitivamente probado que la significación que tradicionalmente se le atribuye de “hombre libre, noble” se vea sólo reducida a un zona determinada (el Atlas marroquí), puesto que la palabra se encuentra todavía en uso en otras regiones, como en Djanet, en el sur argelino por ejemplo, con el sentido de “amo / dueño, soberano”. Como etnónimo, la palabra está ampliamente atestiguada en varias poblaciones berberófonas por todo el Norte de África . Claro está que la pronunciación de la palabra difiere según las zonas. Así el sonido /z/, que se pronuncia como sonora en el norte, se realiza como [h] > amâhegh / imûhagh por los tuareg del Ahaggar y del Ajjer (Argelia), como la [j] francesa en jour en los dialectos del sur del Malí y del Níger > amâjegh / imûjaghen o bien como [š] > amâšagh / imûšagh en la región del Adrar n Fughas (en el norte del Malí).

El uso generalizado de la palabra amazigh (pl. imazighen) como etnónimo y autoglotónimo unificador que se refiere a todas las zonas berberófonas, incluso la Cabilia, donde el término no era conocido, es sin embargo un fenómeno que ha resultado del activismo y del fortalecimiento del Movimiento Bereber. El término en su nueva (¿o antigua?) acepción lo utilizaron por primera vez, en la misma zona de la Cabilia en los años 1945-50, los nacionalistas bereberes Cabilios que cantaban la libertad argelina en su propio idioma. Uno de los cantos más famosos llevaba el título de ekker a mmis umazigh! (= “¡levántate, hijo de Mazigh!”) .

El canto se entiende como un esfuerzo de memorización consciente y como un intento de fijar un punto de orientación en la historia propia. Este intento de actualización del antepasado común de los bereberes -Mazigh- y de fijarlo en el canto como referencia simbólica de la memoria y del recuerdo, revela al mismo tiempo la discrepancia entre, por un lado la exigencia identitaria propia, y por otro lado, el discurso oficial arabo-islámico. Esta filiación tiene también su justificación en los trabajos de los genealogistas e historiadores del Norte de África. También Ibn Khaldun, que analiza en su famosa “Histoire des Berbères” las teorías sobre los orígenes de los bereberes, llega a la conclusión de que “su antepasado [de los bereberes] se llamaba Mazigh” .

De hecho, la palabra amazigh está desplazando hoy en día, tanto en Marruecos como en Argelia, cada vez con más fuerza, el término arabo europeo bereber en casi todos los medios de comunicación, sean diarios, revistas, televisión, radio o literatura.

El uso del término amazigh toma cada vez mas importancia también en las lenguas europeas como en francés, a pesar de que L. Galand, en el año 1985 no veía “ninguna razón” para que la lengua francesa “abandone el nombre bereber, que conoce desde hace siglos, para cambiarlo por términos que se adaptan mal a su morfología”.
Así el término aparece, por ejemplo, en Argelia en el nombre oficial de las nuevas instituciones bereberes, como los Institutos de Estudios Amaziges de las universidades de Tizi-Uzu y de Bujía.

Esta tendencia se ha divulgado por todos los medios de comunicación y ha llegado también a los círculos de las asociaciones culturales bereberes ubicadas en Europa: The amazigh Voice (Estados Unidos), Masighischer Nordafrika Verein, Imazighen-Verein für Kulturaustausch (Frankfurt), Association Tamazgha (París), Culturele Amazigh Vereniging in Nederland, Asociación de Cultura Tamazight (Granada) etc....
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Amazigh vs. Bereber

De estos nuevos datos resulta que el término “bereber” aparentemente no basta para dar cuenta de manera satisfactoria de la nueva realidad en los países norteafricanos y de la toma de conciencia que va creciendo en las poblaciones berberófonas. Este es ciertamente uno de los motivos que hacen que el nuevo (¿antiguo?) concepto “amazigh” gane cada vez más terreno entre autores que recurren -también en Europa- al término abriéndole camino hacia un uso más establecido. Pero esto no está sucediendo sin ocasionar problemas: la falta de una forma lexicalizada en el español, por ejemplo, hace que los usuarios del término a menudo no sepan cómo utilizar el término ni sus derivados.

Ejemplos se encuentran casi a diario, pero el problema común a varios autores que se han atrevido a usar el término “amazigh” es que lo hacen como en la misma lengua de origen, es decir, guardando las reglas morfológicas y de derivación de dicha lengua, en lugar de adaptarlo a las reglas del español. Así, no se utiliza en español el concepto “al-`arabiyya” para hablar de esta lengua, sino “árabe”. De la misma manera se dice “alemán” y no “deutsch” para designar este idioma germánico.




Propuestas para una forma normalizada en español



La falta de una estructura de normalización reconocida ha conducido a propuestas de normalización que proceden de iniciativas privadas. Está claro que el uso de este término no puede tener un carácter “obligatorio” precisamente porque no existe una norma. Sin embargo, en el caso de que se utilice en español, tendrá entonces que obedecer a las reglas morfológicas españolas.
Un problema que se intenta de solucionar en la Universidad de Cádiz donde utilizamos la palabra amazige según un esquema semejante a lo de “árabe”, lo que nos daría las Así, una asociación de cultura bereber ubicada en Granada, al denominarse “Asociación de cultura tamazight”, está utilizando el nombre como si una asociación similar árabe se pudiera denominar “asociación cultural `arabiyya”, es decir, observando las reglas de morfosintaxis de la lengua original, no las del español. Para conseguir un uso adecuado en la lengua española del término “amazigh” (= bereber) y de su derivados como por ejemplo “tamazight” (= forma femenina y adjetiva: bereber), es obvio que se deben tener en cuenta las reglas de derivación del español, no las del bereber. Así, para un hispanohablante el paso que se da en bereber del masculino “amazigh” al femenino “tamazight”, donde los afijos “t” son la marca del femenino, no se identifica como tal. El paso de un adjetivo al femenino está señalado en español generalmente por un cambio vocálico al final (chico > chica), pero hay bastantes adjetivos que son invariables en cuanto al género y mantienen, por tanto, la misma vocal final:

- un hombre árabe > una mujer árabe

Pero la adaptación a las reglas morfológicas no suele ser bastante. A la forma española se le plantea el problema de que la consonante uvular fricativa sonora bereber [R] no existe en el sistema fonológico español. Los sonidos más próximo son, o bien la /g/ pronunciada entre dos vocales, que desarrolla el alófono velar fricativo sonoro [g], o bien el fonema uvular fricativo sordo [x] de la realización castellana de la jota /j/ o la /g/ ante vocal palatal.

Mantener la transcripción con el dígrafo /gh/, como en la transcripción francesa amazigh, no se justifica más que por una voluntad de mimetizarse con las formas francesas, aunque estas formas -por razonas históricas evidentes- se utilicen también en las antiguas colonias norteafricanas.

Así pues, como en el caso de la palabra “árabe”, tenemos la posibilidad de utilizar una base de adjetivo invariable en cuanto al género, “amazige”:

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un hombre amazige > una mujer amazige
- hombres amaziges > mujeres amaziges

Formas utilizadas

el bereber
(lengua)
un bereber
(hombre)
una bereber
(mujer)
bereber (adjetivo)
el pueblo bereber
bereberes
los bereberes
berberí dad
berberismo

Propuestas

el amazige
(lengua)
un amazige
(hombre)
una amazige
(mujer)
amazige
el pueblo amazige
amaziges
los amaziges
amazigidad
amazigismo

Paralelo

el árabe
(lengua)
un árabe
(hombre)
una árabe
(mujer)
árabe
el pueblo árabe
árabes
los árabes
arabidad
arabismo


Algunos suelen ver con escepticismo la necesidad de introducir un nuevo término. Sin embargo, la historia, contemporánea o no, está llena de casos similares de nombres que cambian por varios motivos. Precisamente en España, con la nueva organización administrativa en autonomías y la revalorización de las lenguas nacionales, se ha producido más de un caso: Lleida, Girona, Ourense y Donostia sustituyen respectivamente, a menudo con éxito dispar, a Lérida, Gerona, Orense o San Sebastián.

Claro está, una vez más, que no se puede obligar a nadie a utilizar estas denominaciones, pero al ignorar una denominación que otros les han dado y con la cual no se identifican, y al utilizar el emblemático “amazigh” para autodenominarse, los amaziges expresan mediante esta actitud lingüística su aspiración a superar la contradicción que se produce entre una identidad externa construida y concebida por otros y, frente a ella, una identidad interna de concepción y construcción propia. Esto da al uso de la palabra amazige el carácter de un acto cultural que aspira a hacer evidente la exigencia identitaria propia.
En cada nombre se refleja la imagen que el que denomina se hace de lo denominado y no parece necesario demostrar la importancia del valor simbólico del acto de denominación. Mantener una forma inadecuada con sólo el argumento de que aquélla sea “usual y conocida” impide toda innovación. Sin embargo, una forma de origen foráneo aumenta su posibilidad de sobrevivir si logra integrarse en el sistema lingüístico “de acogida”.

En nuestro caso, no puede haber un rechazo radical a utilizar la palabra que los autóctonos utilizan para auto designarse: amazigh / tamazight. Pero las formas que podía adoptar el neologismo hasta hoy en español carecían completamente de homogeneidad, y esto desde el principio. La confusión ortográfica debida a la ausencia en el sistema fonológico español de la sonora silbante representada con /z/ y de la uvular fricativa sonora representada con /g/, está además agravada por una confusión en el uso de los términos.

Así, la confusión entre la palabra chelha y tamazight se da desde, al menos, el comienzo del siglo. La encontramos en casi todos los textos de la época colonial española. Sarrionandia utiliza el término chelha o cheloh como sinónimo de bereber y habla indistintamente de lengua amaciga, de tamaçight, de zemáçijz o de Imaçighen; otro autor, Ginés Peregrín Peregrín, habla de lengua chelja como equivalente español para lo que llama zemçijz.


Por su parte, Ibáñez, en su diccionario español-rifeño utiliza las denominaciones zamaçi´t o šeràa y bereber como “nombre genérico utilizado por los europeos” (a guisa de introducción), mientras que en su versión rifeño-español, más antigua, hablaba de tamaxek o tamaçirt. Un ejemplo muy representativo de estas confusiones era Muñoz Bosque quién llamó a su libro: “Manual de conversación bereber rifeña. Estudio práctico de la lengua bereber xeljha o zamaçijz del Rif”.

Todas estas ortografías, del mismo modo que otras variantes tales como tamazicht, tamazigh, o la mucho más antigua tamazete (p.175) o tamacete (p. 213) que había usado Diego de Torres en el s. XVI no cumplen con los requisitos mínimos de univocidad, adaptación fonológica, ortográfica y morfosintáctica, por lo que no responden a las necesidades. Las formas propuestas aquí, por el contrario, intentan al menos tener en cuenta algunos de estos criterios formales y lingüísticos. Por eso, se utilizará en esta ponencia como la palabra amazige aplicando las propuestas de normalización de la palabra. Sin embargo, en ciertos contextos y cuando parezca pertinente se guardará el uso tradicional de la palabra “bereber”.
Pero, obviamente, esto no puede ser de ningúna manera una garantía para su lexicalización, porque en última instancia siempre decide el uso lingüístico.



Web de la ciudad de Alhucemas Alhucemas.info

Web didicada a la cultura Amazigh Thwiza.Com