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Desde este espacio los invitamos a pensar, tanto los acontecimientos políticos como las producciones filosóficas y espirituales de nuestro continente y del Mundo Islámico, más allá de los presupuestos ideológicos a partir de los cuales se construye "la realidad" desde los medios masivos de comunicación y de los que se nutren, también, las categorías de análisis de buena parte de la producción académica.

Esperamos sus aportes.

domingo, noviembre 08, 2009

Conflicto en Yemen



Los acontecimientos que se están desarrollando en Yemen merecen ser analizados con detenimiento. Para tener un panorama de lo que está sucediendo ponemos a consideración de ustedes el artículo de Khaled Fatah y nos permitimos recomendarles la lectura de La guerra oculta de Yemen de Pierre Bernin publicada por Le Monde Diplomatique Nº 124 de octubre de 2009, así como el capítulo que Xavier de Planhol dedica a Yemen (página 120) en su obra Las naciones del Profeta de Ediciones Bellaterra. No está de más recordar que durante la última semana la aviación saudí bombardeó territorio zaydí en el Yemen, lo que pone en entredicho algunas afirmaciones que Fattah realiza sobre el papel de los saudíes en el conflicto. Esperamos que este material sea de utilidad.

El Administrador


Yemen: Un eslogan y seis guerras


Khaled Fattah (1)
Asia Times Online

Yemen, el más débil, menos desarrollado y más tribal Estado de Oriente Medio combate por sexta vez una rebelión chií zaidí en el montañoso norte fronterizo con Arabia Saudí.

La violenta rebelión atrae la atención de protagonistas regionales e internacionales al formidable conjunto de amenazas que enfrenta la única república de la Península de Arabia. Aparte de los rebeldes zaidíes en el norte, el gobierno de Yemen está enfrentado a secesionistas en el sur, militantes de al-Qaeda en el este, y piratas somalíes en su costa.

Una gran cantidad de informes en los medios sobre la rebelión en el norte han causado una tormenta política y de seguridad al destacar la posibilidad de que la revuelta zaidí sea una guerra ideológica por encargo entre la monarquía saudí y el régimen iraní. El gobierno yemení ha desplegado todos sus recursos de coerción para aplastar la insurgencia, y ha lanzado una intensiva campaña de acusaciones contra Irán, Hezbolá del Líbano y el clérigo chií iraquí Muqtada al-Sadr, en la que afirma que están canalizando dinero, armas y apoyo moral a los rebeldes.

El 31 de agosto, el ministro de exteriores de Yemen, Abu-Bakr al-Qirbi, convocó al enviado iraní en Sana'a para presentar una protesta formal contra el supuesto apoyo iraní a los rebeldes. Como resultado, la impresión que se desarrolla fuera de Yemen es que Sana’a está bajo ataque por un así llamado “eje chií” en Oriente Próximo.

Una lectura alternativa de la rebelión

Un examen más cercano de la actual crisis en Yemen sugiere que la rebelión zaidí en el norte, que ha tenido lugar de cuando en cuando desde junio de 2004, no es ni una guerra ideológica por encargo entre Riyadh y Teherán ni una guerra sectaria entre las corrientes suní y chií del Islam.

El régimen cada vez más aislado en Teherán no está actualmente en condiciones de abrir más fronteras de confrontación, y meterse en los asuntos políticos de Yemen conlleva más riesgos que oportunidades. Desde una perspectiva militar, por ejemplo, la fuerte presencia armada de EEUU y de otras potencias occidentales en el Mar Rojo y el Océano Índico – y el contexto tribal de Yemen – hacen que sea muy arriesgado para el régimen iraní hacer uso de la rebelión como un paso hacia algún ambicioso plan de lograr el control sobre las vías marítimas del Mar Rojo.

El 21 de agosto, el gobierno yemení anunció que había descubierto seis escondites de armas en las provincias Sa'dah y Amran que contenían algunos misiles hechos en Irán, explosivos y ametralladoras. Estos hallazgos han sido considerados por algunos medios noticiosos como evidencia del apoyo directo de Teherán para los rebeldes zaidíes. Sin embargo, observadores de Yemen saben perfectamente que debido a la debilidad del Estado, las guerras civiles, la topografía y la fuerte cultura tribal, Yemen es uno de los países con más armas del mundo, con un amplio mercado ilegal de armas en el que se venden ametralladoras pesadas y lanzacohetes.

Las acusaciones de intervención en el conflicto de Irán contra Arabia Saudí también están fuera de contexto. El amplio apoyo multidimensional de Riyadh a sucesivos gobiernos políticos y dirigentes tribales yemeníes era un hecho bien conocido mucho antes del inicio de la rebelión zaidí. Desde la revolución de 1962 en Yemen, que terminó con mil años de un sistema de imanato teocrático, los saudíes siempre han sido protagonistas muy influyentes en la arena sociopolítica de Yemen debido a vitales intereses geopolíticos y de seguridad nacional. Riyadh siempre ha actuado, y seguirá actuando, contra cualquier amenaza seria que emerja de Yemen.

Los actuales enfrentamientos militares tienen lugar a lo largo de la frontera yemení-saudí, en gran parte despoblada y mal definida. Es algo normal, por lo tanto, que los dos países cooperen para impedir la infiltración de militantes de al-Qaeda, y el contrabando de armas hacia el reino. El reciente intento de asesinar al máximo funcionario antiterrorista saudí, el príncipe Muhammad bin Nayef bin Abdel Aziz, fue realizado por un militante saudí buscado quien había residido previamente en una localidad yemení cercana a la frontera saudí. El incidente dejó en claro que después de la vigorosa campaña saudí contra el terrorismo, la red al-Qaeda está explotando la creciente inestabilidad en Yemen para plantear una amenaza a la seguridad nacional saudí.

También es importante recordar que el propio presidente Ali Abdullah Saleh es un chií zaidí, y los zaidíes – que representan más de un tercio de la población – están muy bien representados a todos los niveles de las instituciones estatales, incluidos el aparato de seguridad y las fuerzas armadas. Además, una serie de tribus y clanes chiíes zaidíes están combatiendo junto a las fuerzas del gobierno contra los rebeldes radicales del norte. En breve, la rivalidad iraní-saudí no puede ser interpretada en Yemen como lo fue en el Líbano.

A la luz de la escasa evidencia de una intervención iraní en el conflicto, y la obviamente falsa acusación de represión auspiciada por el Estado contra la comunidad chií en Yemen, la actual escalada de la violencia puede ser mejor interpretada no a través de los prismas de la lucha por el poder sectaria o regional, sino a través del prisma más amplio del turbulento clima político y de seguridad que fue creado por la “guerra contra el terror” dirigida por EEUU.

En muchas partes de Oriente Próximo árabe, particularmente en países con regímenes favorables a Washington, las consecuencias de la “guerra contra el terror” llevaron a una aún mayor deslegitimación de las elites gobernantes, una radicalización aún mayor de los grupos de oposición, y la emergencia de sentimientos de frustración y cólera acumulados durante décadas. Estos sentimientos son subproductos de la privación de autoridad política, de la alienación socio-cultural, de la marginación económica y de un sentimiento colectivo profundamente arraigado de subordinación y humillación a manos del mundo occidental.

El eslogan que moviliza a los rebeldes zaidíes del norte de Yemen: “Dios es grande… Muerte a EEUU e Israel… Victoria para el Islam y los musulmanes” ilustra hasta qué punto las ramificaciones de las acciones de EEUU e Israel en Iraq, el Líbano y Gaza pueden ser extremadamente amplias. Si los eslóganes son efectivos instrumentos de persuasión que apelan a necesidades particulares, ¿por qué usan estos rebeldes un eslogan antiestadounidense para expresar sus preocupaciones por problemas locales, y sus preocupaciones como, por ejemplo, la creciente influencia del salafismo en la provincia Sa'dah?

¿Cómo puede una revuelta montañosa en una remota área tribal en la parte septentrional de Yemen obtener gran parte de su atractivo del uso de consignas antiestadounidenses? ¿Cuál es el vínculo entre la rebelión en Sa’dah y las consecuencias de la “guerra contra el terror? Para sugerir algunas respuestas, consideremos una visión retrospectiva del escenario internacional que generó la rebelión zaidí y sustentó la movilización de los rebeldes durante los últimos cinco años.

La fase de acción colectiva de la rebelión

La actual rebelión norteña zaidí tiene sus raíces ideológicas en las actividades de un grupo zaidí que se llamaba al-Shabab al-Mum'en (la Juventud Creyente o Fiel). El establecimiento y organización del grupo pasó por dos fases evolucionarías: acción colectiva y reacción militante. La fase de acción colectiva comenzó en 1990, como resultado del pluralismo de los partidos y de la eliminación de las restricciones de asociación y expresión, que fueron las piedras angulares del proyecto de unificación del norte y el sur de Yemen.

La elección de la provincia Sa’dah, a 240 kilómetros al norte de la capital Sana’a, como base del poder del grupo es obvia. Sa’dah es la antigua sede de enseñanza y política de la escuela de pensamiento zaidí. El zaydismo es una de las tres principales ramas del chiísmo de Yemen, junto con los duodecimanos o imaníes y los ismaelitas. Se distingue de las otras dos ramas por limitarse al Yemen y ser más cercana al Islam suní que otras tendencias del chiísmo. El zaydismo es tan cercano a la tendencia suní que algunos grupos lo califican de quinta escuela de la jurisprudencia suní. Comparte, sin embargo, uno de los aspectos más importantes de la creencia chií: un imanato legitimado por presuntos descendientes del Profeta Muhammad.

Durante la fase de acción colectiva, las actividades del grupo se concentraron dentro de centros estivales, donde se realizaban a diario conferencias religiosas, debates, representaciones teatrales, y eventos deportivos. Ante la ausencia de oportunidades de trabajo y la carencia de instalaciones gubernamentales para la juventud durante las vacaciones de verano, esos centros se convirtieron en destinos populares para estudiantes no sólo de Sa’dah sino también desde otras gobernaciones y localidades que son conocidas históricamente por tener un sentido tradicional de pertenencia zaidí, por ejemplo Hajah y Amran.

En unos pocos años, se establecieron 24 de estos centros en Sa’dah y 43 en otras nueve gobernaciones. Según una serie de informes, esos centros comprendían entre 15.000 y 18.000 estudiantes sólo en la provincia Sa’dah. Los centros eran administrados por un consejo de administración, formado por seis miembros.

El éxito de al-Shabab al-Mum'en en la fase de acción colectiva es atribuido a la reacción fervorosa de la juventud zaydí ante el desafío ideológico y de identidad planteado por el movimiento salafista en Sa’dah – el corazón y la mente del zaydismo. Un tal desafío se cristalizó desde el establecimiento del así llamado centro Dammaj para salafistas convencionales.

El centro salafista estaba bajo la dirección de Jeque Moqbil Hadi Al-Wade'i, fundador del salafismo en Yemen. El difunto jeque, quien murió en 2002, era un crítico muy severo de todas las formas de doctrina chií. En sus sermones, libros y casetes, acusó a menudo a los chiíes de ser herejes, quienes programan creencias y prácticas supersticiosas no-islámicas.

A comienzos de los años noventa, el choque ideológico zaidí-salafi en Sa’dah llegó a un nivel dramático cuando salafis intentaron apoderarse de la mezquita de Razih – la mayor mezquita de al-Shabab al-Mum'en. Las confrontaciones salafi-zaidíes se intensificaron y fueron descritas por algunos autores como “choque del fundamentalismo”. En la fase de acción colectiva, el movimiento zaidí en la parte norte de Yemen tomó la forma de un movimiento social defensivo, que tenía a los salafis como el grupo desafiante y la provincia Sa’dah como su territorio. A pesar de su masivo éxito, sin embargo, el movimiento no creció para ser una poderosa organización islámica de base como Hezbolá en el Líbano y Hamas en los territorios palestinos.

La fase militante

En 1999, los centros religiosos zaidíes de verano comenzaron a ser clasificados en moderados y conservadores. Estos últimos fueron dirigidos por Hussein Badraddin al-Houthi, fundador del grupo radical Houthi, hijo de un influyente clérigo zaidí, y ex miembro del parlamento yemení en 1993-1997.

En algunos casos, la tipología conservadora moderada tuvo lugar incluso dentro del mismo centro. Un año después tuvo lugar una división formal entre los centros, y el consejo de administración ya no pudo administrarlos. La división de los centros destacó la división en la elite chií zaidí en Yemen.

Armado de su personalidad rebelde y carismática e inspirado por las ideas revolucionarias de Ayatolá Ruhollah Jomeini y las estrategias organizativas de Hassan Nasralá, al-Houthi comenzó a radicalizar a una cantidad creciente de jóvenes zaidíes.

En 2003, la autoridad central de Yemen se alarmó por las actividades de Al-Houthi cuando sus seguidores comenzaron a gritar “Muerte a EEUU” dentro y fuera de la gran mezquita de la capital después de las plegarias del viernes. En Sa’dah, seguidores de al-Houthi escribieron su consigna antiestadounidense en los muros de edificios, incluidas las oficinas del gobierno, y distribuyeron panfletos, que acusaban al gobernador de Sa’dah de ser agente de la CIA, y al gobierno de Sana’a de ser aliado de EEUU en la “guerra contra el terror” contra el mundo musulmán.

El presidente Saleh fue puesto ante un dilema después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, por el lenguaje de Washington de “a favor o en contra” y la percepción del Pentágono como otro posible Afganistán que tendría que ser invadido. Para salvar a su país y su régimen, Saleh tuvo que ofrecer su cooperación, a pesar del sentimiento generalizado contra EEUU que se ha intensificado en Yemen desde el lanzamiento de la “guerra contra el terror”. En la capital y en la gobernación de Sa’dah, las autoridades comenzaron a arrestar a cientos de personas que gritaban los eslóganes antiestadounidenses de al-Houthi.

Según Hassan Zaid, secretario general del partido de oposición zaidí, al-Haq, las agencias de seguridad de Yemen pensaron que si hoy los seguidores de al Houthi gritaban “Muerte a EEUU,” mañana vocearían “Muerte al presidente Yemen.” Después de Sa’dah, al-Houthi comenzó a movilizar a la población del norte con el objetivo de deslegitimar a la autoridad central. En sus discursos, al-Houthi alentó a la población a dejar de pagar todo tipo de impuestos a la autoridad central. El gobierno de Saleh intentó numerosas veces, mediante el uso de técnicas de mediación pacífica, de disminuir la tensión. Sus intentos, sin embargo, no tuvieron éxito.

La rebeldía de Houthi contra Sana’a aumentó hasta el punto que sus seguidores bloquearon la vital carretera a la capital, ocuparon oficinas del gobierno local, se apoderaron de posiciones estratégicas sobre varias montañas, y comenzaron a adoptar tácticas de guerrilla y milicia.
Sana’a tuvo que reaccionar. El 18 de junio de 2004 hubo choques entre fuerzas de la milicia de al-Houthy y el ejército yemení. Sin embargo, la operación militar contra al-Houthi, no progresó con la velocidad esperada. Unos cientos de rebeldes hicieron una resistencia feroz, y se informó sobre la muerte de decenas de soldados. Aunque los soldados del gobierno lograron matar a Hussein al-Houthi, su muerte no significó el fin de la violenta insurgencia.

Durante los últimos cinco años, desde la primera vuelta de confrontaciones, ha habido cinco encarnizados choques armados con un número creciente de reclutas de al-Houthi, dirigidos por Abdel Malik, el hermano más joven del difunto Hussien al-Houthi. Con cada nueva vuelta de confrontaciones, los choques aumentan en su intensidad, alcance y repercusiones, y se provocan nuevos agravios, multiplicando así los puntos de conflicto.

Las seis confrontaciones resultaron en miles de víctimas y en decenas de miles de civiles desplazados. Según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, los actuales choques, que comenzaron el 12 de agosto han desplazado unas 50.000 personas. Eso lleva el número total de personas en desplazamiento interior en las gobernaciones del norte desde la primera vuelta de confrontaciones en 2004 a 150.000.

El poder destructivo de un eslogan

Los eslóganes son titulares repletos de significado. Mientras más correctamente el eslogan expresa el descontento y el sufrimiento de la gente, más efectivo será en la movilización de las emociones latentes. Observadores de la rebelión Houthi están intrigados por la centralidad del eslogan antiestadounidense en los corazones y las mentes de los rebeldes. Algunos informes describen cómo seguidores de al-Houthi en prisión se niegan a prometer a las autoridades que dejarán de gritar el eslogan a cambio de su liberación de la cárcel. La historia de esta empecinada insistencia en vocear la consigna data del 17 de enero de 2002, cuando el asesinado Hussein al-Houthi comenzó a gritarlo en uno de sus sermones que tuvo lugar en la escuela al-Imam al-Hadi en Ma'ran, provincia de Sa'dah. En el sermón, llamó a la gente a hacer algo ante lo que calificó de “la masiva arrogancia estadounidense.”

“¿Durante cuánto tiempo más seguiremos no haciendo nada ante la arrogancia estadounidense?” preguntó al-Houthi a sus seguidores. En respuesta a esta pregunta, hizo la siguiente declaración que enardeció a sus seguidores: “Os digo, hermanos, ¡gritad! ¿No tenéis la capacidad de gritar: Dios es grande… Muerte a EEUU y a Israel… Victoria para el Islam y los musulmanes? ¿No creéis que sea posible que cada uno de vosotros lance este grito? Es un gran honor para nosotros que tengamos ese grito, aquí mismo, en esta escuela.

“Al lanzar este grito ahora, seremos los primeros en lanzarlo, y es seguro que será lanzado no sólo en esta sala sino también en otros sitios. Con la ayuda de Dios, encontraréis a aquellos que lancen este grito con vosotros en otros sitios. Gritad conmigo: ¡Muerte a EEUU y a Israel!”
Desde este sermón, el grito antiestadounidense se ha convertido en un eslogan sagrado para los seguidores de al-Houthi, y se ha convertido en parte integral de sus ceremonias educacionales y religiosas, incluidas las plegarias del viernes.

Abdel Malik al-Houthi, quien actualmente asume el liderazgo operacional de la rebelión, dijo en una entrevista del 9 de mayo de 2005 que el eslogan es el motivo directo tras los sucesivos eventos que tuvieron lugar. Justifica la continuación del grito del eslogan, argumentando que es lo menos que él y sus seguidores pueden hacer al enfrentar “la cruzada estadounidense contra el mundo musulmán.”

¿Cuál es la lección?

Los conflictos generan coyunturas de las que podemos aprender. El complejo y multifactorial conflicto en las gobernaciones norteñas de Yemen nos enseña cómo los sentimientos antiestadounidenses y antiisraelíes en la región sirven de aglutinador para defender reivindicaciones locales, y como catalizador para movilizar comunidades locales contra sus propios gobiernos centrales.

El conflicto nos enseña también que las acciones de EEUU en el mundo posterior al 11-S han contribuido significativamente a movilizar insurgencias, y no sólo en Iraq. Aunque los al-Houthis son decididos oponentes a grupos suníes radicales y militantes como al-Qaeda, comparten una encarnizada hostilidad contra las políticas en Oriente Próximo. Visitantes a remotas áreas en Yemen son interrogados por gente de a pie de las tribus sobre las acciones de EEUU e Israel en Iraq, el Líbano y Palestina.

En el Siglo XXI, los canales árabes de televisión satelital llevaron a la gente de las tribus en Yemen las imágenes de prisioneros iraquíes torturados y abusados sexualmente, la brutal destrucción del sur del Líbano y las familias palestinas sitiadas sentadas frente a sus casas bombardeadas y aplanadas. La reestructuración del orden internacional y regional en Oriente Próximo se ha hecho muy esencial para distender los conflictos locales, incluso si tales conflictos tienen lugar en una remota área tribal en el norte montañoso de Yemen.

(1) Khaled Fattah es investigador en la Escuela de Relaciones Internacionales, Universidad de St Andrews, Reino Unido.

(Copyright 2009 Khaled Fattah.)
http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/KJ09Ak02.html

Fuente: rebelion.org
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens