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Desde este espacio los invitamos a pensar, tanto los acontecimientos políticos como las producciones filosóficas y espirituales de nuestro continente y del Mundo Islámico, más allá de los presupuestos ideológicos a partir de los cuales se construye "la realidad" desde los medios masivos de comunicación y de los que se nutren, también, las categorías de análisis de buena parte de la producción académica.

Esperamos sus aportes.

lunes, agosto 08, 2011

Entrevistas a Gema Martín Muñoz



Tres entrevistas a Gema Martín Muñoz
(I)
“En el mundo árabe, el laicismo está en conflicto con la democracia”
Por Txema G. Crespo
¿Cómo llega una mujer, en la machista y cristiana universidad de los 70, a apasionarse con el mundo árabe?
Hay una confluencia de experiencias personales que me permitieron conocer un mundo que acaba fascinando a quienes interesa.
Y eso que la complejidad del Islam tampoco sería un atractivo añadido...
Si se tiene la ocasión de viajar por estos países, se descubre que son unas sociedades muy ricas culturalmente, con unas dinámicas sociales muy variadas, de gran atractivo para el sociólogo. Por otra parte, mi aproximación al mundo islámico se podía haber hecho como hombre. Uno de los estereotipos que se rompen es que en estos países trabajas igual tanto como mujer que como hombre. No hay trabas.
¿De dónde procede ese tópico de que la mujer musulmana no tiene acceso al mundo académico?
Es una imagen falsa que cultiva Occidente sobre el mundo árabe. Hay una diversidad enorme, pero sobre todo hay que destacar que son sociedades en proceso de cambio y trasformación, donde la mujer desempeña un papel relevante en el espacio público, mucho más importante de lo que Occidente cree.
O sea que no es cierto ese aislamiento.
La mujer ha tenido un acceso masivo a la educación básica y a los estudios universitarios, lo que le permite desarrollar luego una importante experiencia laboral y profesional. Además, tiene información sobre planificación familiar y puede adquirir anticonceptivos. Todo un cambio con respecto a la sociedad tradicional. El modelo de familia clásico convive con nuevas formas de organización familiar.
Pero no se conoce un estado no confesional con población mayoritariamente musulmana, salvo Turquía.
Ese tipo de Estado será posible cuando esas sociedades así lo deseen. Lo que existe es una identidad cultural que va más allá de la referencia religiosa fundamental que es el Islam. Y eso pervivirá. Pensar en laicismo en términos de aniquilación de la personalidad islámica es imposible. Además, cuando en el siglo XIX el imperialismo y las élites prooccidentales quisieron imponerlo, fracasó. En el mundo árabe, laicismo va unido a autoritarismo, está en conflicto con la democracia. Además, hay una impresión de que el laicismo es un instrumento de dominación imperial, de asimilación cultural. Es más, hasta el siglo XIX no había habido conflicto entre progreso e Islam.
Pero, al menos por las apariencias, la situación de la mujer no es envidiable.
La razón de esa desigualdad no proviene de que sean musulmanes, de que el Islam sea o no capaz de establecer la igualdad entre hombres y mujeres. La razón viene de la falta de democratización de esas sociedades, que tiene mucho que ver con la dictadura de unas élites gobernantes que tienen como refuerzo a los aliados externos occidentales. Por eso, me parecen de un cinismo extremo las quejas que llegan de Occidente a esa discriminación a la mujer, cuando es el propio Occidente el que respalda a esos gobiernos.
¿Dónde está la solución?
En llegar a una democratización que permita al Islam reinterpretar la posición de la mujer.
Pero hay países en los que se puede hablar de maltrato sistemático a la mujer.
Eso no es cierto. Lo que hay es una situación de discriminación jurídica y de patriarcado, muy similar a la que se vivía en España durante el franquismo, cuando había también una alianza entre el poder autoritario y los sectores tradicionalistas de la Iglesia católica.
En Afganistán, parece que la situación es un poco más exagerada.

Lo que ocurre allí y en otros países se interpreta de una manera manipulada: se generalizan los casos más extremos y menos representativos del mundo islámico. La muy particular y periférica situación de Afganistán es un modelo inspirado por Arabia Saudita, y nadie habla nunca mal de este país, porque es un aliado estratégico de Estados Unidos.
Usted es una gran conocedora de Irán, otro país fundamentalista.

Ésa es otra falacia. Como no es interesante estratégicamente para los EE.UU., está en todo momento en tela de juicio. Pero la revolución islámica ha colocado a la mujer en la sociedad.

Fuente: http://usuarios.multimania.es
(II)
"Los occidentales ignoran casi todo del mundo árabe"

Fabián Bosoer
¿Qué asidero histórico tiene el antagonismo entre el mundo árabe y el mundo occidental que se plantea como un enfrentamiento con raíces culturales o religiosas?
—Esa cuestión binaria que se expone sistemáticamente —islam y Occidente— es completamente falsa. El islam está presente en nuestras sociedades occidentales, forma parte de la personalidad de muchos países. En Europa occidental viven alrededor de quince millones de musulmanes, entre residentes y nacionales europeos. En Estados Unidos ocurre exactamente lo mismo. Es un componente innato de su paisaje multicultural.

Y en el mundo árabe, ¿ocurre lo mismo con la cultura occidental?


—En los países árabes, pues lógicamente ha habido toda una serie de procesos sociales, potenciados por la revolución de los medios de comunicación, en que multitud de formas de vida, de consumo, pautas culturales que adjudicamos al mundo occidental están muy presentes. El mundo musulmán no es una burbuja cerrada con respecto a Occidente. Ambos están presentes en cada área geográfica y están profundamente interconectados.
¿Es también esto una consecuencia de la globalización?
—Si se echa un vistazo histórico, es evidente que esta interconexión no ha ocurrido ahora. En el ámbito mediterráneo, en Alándalus (la experiencia árabe y musulmana de España), por ejemplo, había un intercambio continuo y permanente, y una convivencia; no era una guerra continua de los reyes cristianos por un lado y los musulmanes por otro. Luego, en el siglo XIX, hubo gran cantidad de misiones de intelectuales, de elites árabes que se instalaron durante años en Italia y en Francia para conocer el nuevo pensamiento que estaba teniendo lugar en Europa, los resultados de la Ilustración, las formas de gobierno representativo, etc.. Es decir que hubo una permeabilidad continua entre las geografías centrales de ese mundo occidental y de ese mundo musulmán.
Sin embargo, también las cruzadas, guerras santas y guerras entre imperios forman parte de esa historia ¿Cuánto influyó este quiebre en la historia europea?
—Mucho. Europa va construyéndose a sí misma en torno a una identidad cerrada que rechaza al otro. Por supuesto hay un momento histórico clave y fundamental, que es la expulsión de judíos y musulmanes —españoles, andaluces— de España por los reyes católicos. Es no solamente la no aceptación, sino que es la "limpieza étnica" de los infieles y disidentes, basándose en la expulsión autoritaria de la aportación de otras culturas que no sea la de ese pequeño mundo europeo que, por cierto, durante mucho tiempo era inmensamente más retrasado que el de las culturas orientales. Con el Renacimiento, que es un momento de gran esplendor cultural, se hace una imposición ideológica que llega hasta hoy y que establece que las fuentes de ese rico pensamiento europeo son exclusivamente grecorromanas. Es decir, la expulsión autoritaria es el no reconocimiento de que en realidad el pensamiento europeo es también el fruto de la aportación de las culturas orientales: la india, la persa, la islámica, etc. Luego, en la era colonial, Europa ya no solamente no acepta la aportación de las otras culturas, sino que incluso elabora la idea, que predomina hasta hoy, de su superioridad cultural y de inferiorización y falta de respeto de las otras culturas, un concepto etnocéntrico de sí misma.
Este conflicto se refleja en la prohibición del uso del velo de las mujeres musulmanas en Francia. ¿Esa oposición es una discusión entre religiosidad y laicismo?
—Creo que es un grave error político, porque se basa en una interpretación unilateral sobre lo que significa llevar el pañuelo. Se lo toma como la aceptación de la sumisión de las mujeres a los hombres. O se lo interpreta como un signo político de radicalización islámica: que se empieza por el velo y se acaba en el terrorismo. Y lo peor es que todo eso ha centralizado el debate en las opiniones públicas europeas, reforzando esos prejuicios y estereotipos.

¿Qué es lo que expresa entonces esa reivindicación del velo?
—El pañuelo de estas jóvenes recubre diversas interpretaciones, y además, en muchos casos no es un posición antimoderna sino una reivindicación de su pertenencia al mundo musulmán, que tiene mucho que ver con el maltrato y la islamofobia creciente y perniciosa que se experimenta en Europa, sobre todo desde el 11 de setiempre de 2001. Ese desprecio —el insulto, la denigración— lleva a muchos musulmanes a querer visibilizar "soy musulmán —o musulmana— y estoy orgulloso de serlo, y exijo que se dignifique mi cultura". No tiene nada que ver con el terrorismo. Es también un factor de rebeldía, de reivindicación de su identidad.

Convengamos que la dignidad del hombre y la mujer se encuentra interpelada por ambos lados. ¿O no existe discriminación y sujeción de las mujeres en el mundo árabe?
—Como decía Edward Said: "...el problema no es en absoluto el choque de las civilizaciones. Es el choque de las ignorancias...". Hay un enorme desconocimiento de lo que ocurre en el mundo árabe y en las sociedades musulmanas. Claro que siguen existiendo sociedades patriarcales, que hay muchos países que siguen teniendo gobiernos autocráticos, que van siempre unidos a los sectores religiosos más integristas y ultramontanos, y por lo tanto refuerzan el patriarcado en lugar de diluirlo. Pero existe también un pensamiento político riquísimo e innovador, que se desarrolla desde finales del siglo XIX hasta hoy y que busca construir un proyecto social y político nuevo en esas sociedades, que les permita desarrollarse, hacerse verdaderamente soberanas e inspiradas en sus fundamentos propios y originales. Algunos son muy modernizadores; es decir que dentro de ese marco islámico, tienen reivindicaciones democráticas e incluso van asumiendo procesos de cambio social.
El terrorismo que reivindica fundamentos religiosos de guerra santa, como la "jihad islámica" o Al Qaeda, ¿dónde se ubicaría?
—El fenómeno de Osama bin Laden y Al Qaeda no tiene nada que ver con este pensamiento político islamista, no es fruto de la propia experiencia interna de esos países sino de la perversa alquimia de la política internacional en Oriente Medio durante la Guerra Fría. Son actores políticos construidos y financiados por los Estados Unidos, Arabia Saudí y Paquistán, en contra de los soviéticos, sobre todo en el momento en que ocupan militarmente Afganistán. De donde sale Bin Laden, un actor político adoctrinado en un islam fanático y rigorista. Bin Laden no cambia en ese sentido, simplemente que la historia le ha cambiado los actores. Y lo que para él representó y contra lo que luchó de manera igualmente enfervorizada, que eran los soviéticos, lo pasan a representar los Estados Unidos. Es el monstruo que crea la política internacional en la Guerra Fría.
¿Lo que está sucediendo en Irak ayuda a entender mejor esa diferencia entre el terrorismo y las reivindicaciones legítimas de sus pueblos?
—El gran favor que Estados Unidos le ha hecho a Bin Laden y Al Qaeda, y a todos los émulos que le puedan surgir, ha sido ocupar Irak. Tenemos que ser conscientes de eso: la política norteamericana en Oriente Medio está siendo demoledora para todos. No solamente para las poblaciones civiles, que están siendo bombardeadas, asesinadas, ocupadas. Nos afecta a todos porque en tanto que ese terrorismo pueda tener base social, no podremos jamás lograr un avance democrático en el mundo islámico.

¿Un cambio en la política exterior estadounidense ayudaría a modificar esta situación?
—Se ha llegado a tal grado de barbarie en esos países, que la pacificación no es sólo para garantizarles una vida digna y humana, sino para garantizarnos nuestra propia seguridad también. Los españoles ya lo sabemos y sufrimos, pero no fuimos ni vamos a ser los únicos si esto no se revierte. 1.300 millones de ciudadanos n pueden sentirse como los apestados de la Tierra, como los grandes excluidos, como objeto del mayor racismo que existe en el mundo occidental. Eso es enormemente pernicioso, aparte de profundamente injusto.

Fuente: mundoarabe.org

(III)
"El Islam creó un Estado, un nuevo modelo social y un imperio"
¿Cuál fue el mensaje del Islam?

Es un mensaje global e innovador porque vino a construir no sólo una nueva religión, sino también una nueva sociedad, que no existía antes, y que se basó en potenciar la sedentarización, la sociedad urbana y la expansión de un modelo económico más moderno, apoyado en el comercio. Vino a luchar contra la tribu y las estructuras arcaicas, y fue aplicando este concepto en los lugares por los que se fue extendiendo.
Apareció en un mundo muy concreto...

El Islam nace en el siglo VII en la península arábiga, una región geográfica en la que no había experiencia de Estado. No surge en el seno de un Estado plenamente constituido, como es el caso del cristianismo respecto al Imperio Romano. Al contrario, aparece en una estructura de fragmentación de tribus que operan en torno a clanes que, a su vez, tienen un control fragmentado del territorio. El Islam va a crear un Estado, un nuevo modelo social y un imperio.
¿Por qué no hay distinción entre lo religioso y lo secular?

Esta apreciación no es exacta. El Islam crea una primera organización política y sus seguidores comienzan a organizarse con un modelo jurídico y leyes que emanan, precisamente, del Islam, modelo que no comparte con otra estructura temporal. Es por ello que no niega la separación entre lo temporal y lo espiritual, simplemente es un concepto de división que no existió en su trayectoria histórica. Fue a lo largo del siglo XIX, al conocer la experiencia europea, cuando el concepto de separación de lo temporal y lo religioso entró en el mundo musulmán, y es cuando empieza el debate entre quienes defienden aplicar ese concepto y los que defienden seguir con el modelo islámico.
¿Qué papel tuvo Mahoma?

Muhámmad, que es su verdadero nombre, es la figura clave del Islam. Se trata de una persona bendita que, al ser el elegido por Dios, no puede equivocarse en su labor de guía. No sólo aportó la revelación recogida en el Corán, sino que constituye otra fuente sagrada que es la tradición del propio profeta, la Sunna, es decir, todo lo que ha quedado sobre su comportamiento, opiniones, resoluciones de conflictos y otras cuestiones. Además, el Islam reconoció a todos los profetas de la tradición del monoteísmo.
¿Hizo alguna aportación además de la religiosa?

Trató de corregir la inmensa desprotección que tenían las mujeres en aquella sociedad rígidamente patriarcal. También incidió mucho en la cuestión de la justicia social y la igualdad entre todos los musulmanes. Esto no quiere decir que no hubiese una reacción entre los elementos tribales tradicionales para perpetuar su sistema patriarcal y evadir la gran innovación social que suponía el nuevo mensaje. Esto responde a una dinámica de tipo sociológico.
¿Por qué no hay una autoridad única en el Islam, un Papa, para entendernos?

En el Islam no hay intermediación eclesiástica. Es una relación directa entre el creyente y Dios. Sí existen autoridades religiosas que funcionan como guías y con gran capacidad de influencia, pero no hay una voz única. De ahí las múltiples interpretaciones del Islam, desde las literalistas a las conservadoras y a las liberales. La política y la historia explican por qué prevalecen unas sobre otras.
¿Cómo se produjo la llegada a la Península Ibérica?

En Al Andalus, la conquista la realizó una jerarquía militar árabe y un grueso de tropa bereber. A medida que se incorporaban territorios se reclutaban soldados entre la población autóctona. La expansión se basó en dos pilares: las poblaciones experimentaron un profundo proceso de islamización y, paralelamente, se dio otro proceso de arabización; es decir, que la lengua árabe desbordó sus fronteras iniciales y se extendió por todo el Oriente Medio, el norte de África y llegó a la península Ibérica. Son dos procesos dominantes: uno, religioso; el otro, cultural lingüístico. La inmensa mayoría de la población hispanorromana se Islamizó y arabizó de manera profunda, aunque siempre hubo, como en el resto del imperio islámico, núcleos cristianos y judíos, o bereberes, que se Islamizan pero no arabizan.
¿Es políticamente correcto el término Reconquista?

Ese concepto surge, sobre todo, a partir de los Reyes Católicos. Es un concepto ideológico y tramposo hablar de reconquista allí donde ha habido una experiencia histórica de ocho siglos, que forma parte de la historia global de la península Ibérica.
¿Cuál fue la contribución de Al Andalus a la historia?

Al Andalus tuvo un periodo de esplendor, sobre todo con el Califato de Córdoba, en la literatura, pensamiento, creación de ciudades y altas tecnologías de la época. Pero no hay que olvidar que formaba parte de un conjunto que representaba la gran vanguardia y el desarrollo del mundo entonces conocido. Bagdad, Damasco, El Cairo fatimí, y luego Estambul o Marrakech, también vivieron un gran esplendor. Al Andalus no es una excepción con respecto al resto del periodo clásico del Islam.
¿Es el Islam irreconciliable con el mundo occidental?

En términos religiosos representan universos distintos del monoteísmo, pero no hay conflicto, piensan en el mismo Dios. El conflicto procede de la utilización de ideas religiosas en causas claramente políticas, para rivalidades de la lucha en la hegemonía por el poder.
¿Qué sentido tiene el que Cervantes atribuyera el Quijote a un "arábigo manchego" llamado Cide Hamete Benengeli?

La presencia de lo árabe en la llamada literatura española, que no integra la andalusí escrita en árabe, es importante, tanto en términos positivos como despreciativos, lo cual indica que es un sustrato que forma parte de nuestra cultura.

Fuente: El País.


Nota:
Gema Martín Muñoz (Madrid, 1955) es profesora de Sociología del Mundo Árabe en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido asesora de Felipe González y José María Aznar en sus respectivas visitas como presidentes del Gobierno a Marruecos e Irán. Se la puede considerar como una de las más firmes partidarias de la integración de la cultura islámica en nuestro mundo actual.
Entre otros trabajos, es autora del libro El Estado Árabe. Crisis de legitimidad y contestación islamista (Bellaterra, 2000).