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Desde este espacio los invitamos a pensar, tanto los acontecimientos políticos como las producciones filosóficas y espirituales de nuestro continente y del Mundo Islámico, más allá de los presupuestos ideológicos a partir de los cuales se construye "la realidad" desde los medios masivos de comunicación y de los que se nutren, también, las categorías de análisis de buena parte de la producción académica.

Esperamos sus aportes.

martes, febrero 20, 2007

Carta de un musulmán de Indoamérica



EN EL NOMBRE DEL ALTÍSIMO


Rosario, 18 de abril del 2.003


As salamu alaikum queridos hermanos:

El 19 de abril se conmemora el Día Panamericano del Aborigen, y esta fecha no debe sino recordarnos la vigencia de la lucha de un pueblo que resiste, a los embates de los sucesivos imperios, desde hace más de cinco siglos. Y, en la justicia de su causa, se hermana con otras tantas resistencias a lo largo y a lo ancho del planeta. Juntas elevan sus puños contra los imperios, ya sea en la selva mexicana, en las sierras bolivianas, en la Palestina ocupada, o en el ensangrentado Irak.

Como musulmán, considero que el hecho de haber nacido en este continente no puede tomarse como algo casual, pues nada lo es para quien cree en los designios divinos; y conjurar, debemos, el sentido de nuestra presencia en esta tierra que, en sus hermosos cerros, exhibe sus esfuerzos por llegar a Dios.

Como tantos otros americanos, no tengo entre mis ancestros quien haya pertenecido a los pueblos originarios; por el contrario, sangre siria e italiana corre por mis venas. Y, sin embargo, siento a este suelo y a sus innumerables luchas como mías.

El wichí, el mapuche o el aymará, son todos mis hermanos; mi corazón reconoce sus diferentes formas de entender el mundo como propias de quienes respetan las leyes divinas; sus luchas me estremecen por la justicia sobre las que se fundamentan; y en sus ritos encuentro la luz de un mensaje revelado quién sabe en qué tiempos.

Pero el camino elegido, por el abajo firmante, fue el del Islam, ¿cómo se explica esto?. De todas las escuelas de pensamiento y acción que he podido estudiar, solo en el Islam encontré intacto (y accesible para quién lo busque) el camino que conduce al conocimiento profundo de la revelación. No niego la posibilidad de alcanzar un completo desarrollo espiritual en el sendero seguido por los pueblos originarios, sólo reconozco que esta vía no se ha abierto ante mis ojos, y sería incapaz de discernir sobre la pureza de las practicas que llegan a nuestros días.

En mi corazón de musulmán indoamericano, se hermana la causa de Husain[1] con la de Juan Chalimín[2], espero tanto el regreso del Mahdi como de Incarri[3], reconozco el mismo mensaje escondido tras los ladrillos de las mezquitas de Najaf[4] y en las monumentales piedras de Tiawanaku, y siento tan mía la sangre que riega el suelo de Karbala como la que tiñó con su color la tierra calchaquí.

No hay contradicción en este planteo, porque quienes creen en la Justicia Divina reconocen a sus hermanos y compañeros de batalla más allá del tiempo, el lugar o la escuela a la que pertenecen. Pues, la identidad no es más que el resultado de una construcción personal e ininterrumpida, para la cual el desarrollo espiritual e intelectual es decisivo. Todo lo que no es meditado y empleado para ascender en los grados del ser, no es más que un velo que nos impide ver con el corazón. La nacionalidad, el origen de los antepasados, las costumbres y las nociones de moral de una época son, sin duda, obstáculos cuando simplemente se aceptan, sin mayores reflexiones, como elementos constitutivos de nuestra identidad.

Tal vez, no sería descabellado pensar que nuestra tarea como musulmanes sea la construcción de un Islam indoamericano: atento a las prescripciones propias de nuestro camino espiritual, involucrado plenamente en las luchas sociales, respetuoso del milenario legado de los pueblos originarios, y conciente de las arbitrarias fronteras que nos dividen.

Es posible que no encuentre, ni siquiera entre mis hermanos, quien esté de acuerdo con estas apreciaciones. Poco importa. No hay justificativos para la inacción y responderemos ante el Altísimo por lo que nos fue dado. ¿Qué hicimos con la vitalidad que se nos dio?, ¿cómo empleamos el conocimiento al que accedimos?.
Quiera el Todopoderoso guiar nuestros pasos por el sendero de la sabiduría y la lucha.




Husain Ali Molina.



Notas:

[1] Nieto del Profeta Muhammad (P.B.D.) , quien murió combatiendo a un gobierno opresor.

[2] Jefe de la resistencia indígena y libertaria contra la Corona Española en los Valles Calchaquíes (Argentina).

[3] Es, de acuerdo a una antigua tradición andina, el último Inca, quien ha estado reconstituyendo su cuerpo bajo la tierra durante siglos, para volver a liberar a los suyos.

[4] Tanto Najaf como Karbala (los dos lugares santos para los shiíes) han sido objeto de innumerables ataques norteamericanos durante la invasión a Irak.