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Desde este espacio los invitamos a pensar, tanto los acontecimientos políticos como las producciones filosóficas y espirituales de nuestro continente y del Mundo Islámico, más allá de los presupuestos ideológicos a partir de los cuales se construye "la realidad" desde los medios masivos de comunicación y de los que se nutren, también, las categorías de análisis de buena parte de la producción académica.

Esperamos sus aportes.

sábado, septiembre 24, 2011

Sobre la Sura Al Hamd (Ayatullah Jomeini)



INTERPRETACION DE LA SÛRAH AL-HAMD


Por: Aîatullah Ruhullah Jomeini



Se me ha pedido que diga algo sobre la exégesis de la sûrah Al-Hamd (capítulo I del Sagrado Corán). El hecho es que la exégesis del Corán no es algo que pueda ser encarado siempre convenientemente (por los responsables en la materia) como para que obtengamos los resultados adecuados. En cada período de la historia islámica los principales eruditos, tanto sunnitas como šî‘itas, han compilado una gran cantidad de libros sobre la materia. Pero cada estudioso ha escrito su libro desde el ángulo en el que estaba bien versado y ha interpretado solamente un aspecto del Corán. Incluso así y todo no se puede decir si ese aspecto ha sido abarcado en su totalidad.

Durante los pasados catorce siglos, gnósticos como Muhîuddîn Ibn al-‘Arabi, ‘Abdur Razzãq Kãšãni, Mulla Sultan ‘Alî, etc., han escrito excelentes comentarios sobre el Corán y abordaron el tema sobre el que se habían especializado. Pero lo que escribieron no es la exégesis del Corán. Lo más que se puede decir es que expusieron algunos aspectos del mismo. Lo mismo pasa con Tantãwi, Yawhari, Saîîd Qutb, etc.. Compilaron sus exégesis en distintos estilos, pero sus libros tampoco son la exégesis del Corán en todos los sentidos.

Existen otros interpretadores del Corán que no pertenecen a ninguno de los dos grupos mencionados. “Mayma‘ul Baîãn” del Šaîj Tabrasi es un comentario excelente y combina lo que han dicho las autoridades sunnitas y šî‘itas. Hay muchos otros comentarios, pero todos ellos cubren solamente ciertos aspectos del Corán, el cual no es un libro del que nosotros o cualquier otro pueda exponer todos sus aspectos. Algunas ciencias coránicas están más allá de nuestra comprensión. Solamente podemos comprender un ángulo o una forma del Corán. Los demás ángulos o formas tienen que ser explicados por los Imames (P), quienes fueron los reales expositores de las enseñanzas del Santo Profeta (BPD).

Durante parte del tiempo pasado han aparecido interpretadores del Corán totalmente ineptos para la tarea. Querían atribuir al Corán sus propios deseos y anhelos. Incluso, bastante sorprendentemente, algunos izquierdistas y comunistas pretendieron ser seguidores del Corán y mostraron interés en su interpretación. En realidad actuaron así solamente para promover sus designios malvados. De cualquier manera, esa gente no tenía nada que ver con el Corán, para no hablar ya de su interpretación. Lo que querían era pasar sus doctrinas bajo el nombre de enseñanzas del Islam.

Es por esto que digo que no tienen derecho a meterse en la explicación del Corán quienes no poseen suficiente conocimiento del Islam o los jóvenes que no están suficientemente imbuidos de los problemas islámicos. Pero si gente así, a pesar de todo, lo intenta por otros motivos, nuestros jóvenes deberían ignorar esas interpretaciones y no prestarles atención. El Islam no permite que cualquiera interprete el Corán de acuerdo a su opinión personal o juicio particular. Cualquiera que intenta imponer su propia opinión sobre el Corán es un materialista o alguien que quiere darle un determinado sentido espiritual a los versículos coránicos. En ambos casos se intenta hacer la interpretación de acuerdo a los propios deseos. Por lo tanto es necesario mantenerse alejado de ambos tipos de personas. En lo que al Corán concierne, nuestras manos están atadas. A nadie le está permitido atribuir su opinión al Corán y afirmar que el Corán dice lo que uno opina.

La interpretación que voy a dar es solamente una posible interpretación. Al explicar cualquier versículo coránico no afirmo que ese versículo significa solamente lo que yo digo. No doy nada por seguro. Insinúo solamente una posibilidad.

Como algunos señores me han pedido que diga algo sobre la exégesis coránica, he decidido hablar resumidamente una vez por semana acerca de la sûrah Al-Hamd. Quiero repetir una vez más que la interpretación que doy no es más que una posibilidad. Para nada quiero interpretar el Corán de acuerdo a mi propia opinión y deseo.

Es posible que bismillah (en el nombre de Dios) al comienzo de cada sûrah del Corán se refiera a los versículos que le siguen. Generalmente se dice que bismillah se refiere a un verbo sobreentendido (omitido), pero probablemente se refiera a la sûrah que le sigue. Por ejemplo, en la sûrah Al-Hamd se refiere a al-hamdu lillah. En este caso toda la sentencia significaría: con el nombre de Dios todas las alabanzas pertenecen a El. ¿Y qué significa un nombre?. Es una marca o signo. Cuando una persona da un nombre a otra persona o cosa, ese nombre sirve como un símbolo para el reconocimiento de esa persona o cosa. Si a una persona se la llama Zaîd, la gente la reconoce por ese nombre.

Los Nombres de Dios Son los Símbolos de Su “Persona”.

Cualquier pequeña información que el hombre pueda tener o recibir de la Existencia Divina, la puede adquirir por medio de Sus nombres. El ser humano no tiene acceso a Su “Persona” de otra manera. Incluso el Santo Profeta (BPD) no lo tenía, aunque él era el más docto y el más noble de todos los seres humanos. Nadie más que El puede conocer a El. Así el ser humano puede acceder a su conocimiento solamente por medio de los nombres Divinos, conocimiento que tiene varios grados. Algunos pueden ser comprendidos. Otros solamente pueden ser captados por el Santo Profeta (BPD) y algunos de sus seguidores elegidos.

Todo el Mundo es Un Nombre de Dios.

El mundo completo es un nombre de Dios, porque el nombre de una cosa es su signo o símbolo. Y como todas las cosas existentes son los signos de Dios, se puede decir que el mundo completo es Su nombre. Se puede decir también que muy pocas personas comprenden totalmente de qué manera las cosas existentes son los signos de Dios. La mayoría de la gente sabe, a lo sumo, que nada pasa a existir automáticamente. Nada de aquello cuya existencia es solamente posible, puede pasar a existir automáticamente.

Está claro intelectualmente, y todos lo saben intuitivamente, que cualquier cosa cuya existencia así como su no existencia es igualmente posible, no puede pasar a existir automáticamente, debiendo existir una fuerza externa que le dé existencia. La causa primera que produce la existencia de todas las posibles cosas existentes debe ser una existencia autoexistente y eterna. Si se supone que el espacio superior imaginario ha existido siempre, y debe ser imaginario porque es una nada, es posible en tal caso que no puede volverse automáticamente algo, ni que algo pueda pasar a existir en el mismo automáticamente. Hay gente que afirma que al comienzo todo el universo era un vacío infinito (aunque toda existencia infinita es cuestionable en sí misma) en el que ulteriormente apareció una suerte de vaho o vapor del cual se originó todo. Esto no resiste la razón, porque sin una causa externa no puede aparecer nada nuevo ni puede una cosa transformarse o cambiar en otra. Por ejemplo, el agua no se congela ni hierve sin una causa externa. Si su temperatura permanece constante y no se reduce a 0º C ni se eleva a 100º C, permanecerá siempre con su característica primera. En resumen, la existencia de una causa externa es esencial para todo cambio. De la misma manera, ninguna existencia que solamente es posible puede pasar a existir sin una causa externa. Estos hechos son verdades evidentes por sí mismos.

Todas las Cosas Existentes Son Un Signo de Dios.

Todos pueden comprender bastante fácilmente que todas las cosas existentes son un signo y un nombre de Dios. Podemos decir que todo el mundo es un nombre de Dios. Pero este nombre es distinto de los nombres dados a las cosas ordinarias. Por ejemplo, si queremos indicar a alguien una lámpara o un automóvil, mencionamos sus nombres respectivos. Lo mismo hacemos en el caso de una persona o de Zaîd. Pero evidentemente eso no es posible en el caso de la Existencia que posee cualidades sublimes infinitas.

Cualquier Cosa Que Es Finita Es Algo de Existencia Posible.

Si una cosa existente es finita, es una cosa existente posible. Como la existencia de Dios es infinita, evidentemente debería poseer todas las cualidades sublimes, porque si careciese siquiera de una cualidad se volvería finita, y por lo tanto una existencia posible. La diferencia entre un ente existente posible y un ente existente esencial es que éste último es infinito y absoluto en todo sentido. Si en una existencia no están todas las cualidades de manera sublime e infinita, la misma no será la existencia esencial y la fuente de toda existencia. Todas las cosas originadas en la fuente de toda existencia están dotadas con las cualidades poseídas por el Ser existente esencial, pero en una escala más pequeña y en grados variables. Lo que está dotado con estas cualidades en el mayor grado posible se llama el Gran Nombre o al-ism al-’azam.

¿Qué Es el Gran Nombre?

El Gran Nombre es ese nombre o signo que está dotado con una serie de cualidades Divinas en el grado más grande, más perfecto posible. Las demás existencias poseen también, en alguna medida, esas cualidades, de acuerdo a su naturaleza y capacidad. Incluso esas cosas materiales que nos parecen despojadas totalmente de conocimiento y facultades poseen algún grado de percepción y conocimiento.

Se sostiene generalmente que el Nombre Supremo es Allah (Dios), el cual es supremo porque está relacionado con la “Esencia” y todos los otros nombres están incluidos dentro de él.

Todas las Cosas Existentes Glorifican a Dios.

Es un hecho que las cualidades sublimes se reflejan también en las cosas que son inferiores al ser humano o al animal, como ser la cualidad de la percepción, aunque no las podamos captar mientras estamos velados. Dice el Corán: ...No hay nada que no celebre Sus alabanzas, pero no comprendéis su glorificación... (sûrah Al ’Isrã’ -El Viaje Nocturno-, 17:44).

Hubo gente que, sin embargo, consideró que las existencias materiales (denominadas inanimadas) no poseían ningún tipo de sensación interior, producto de una impresión material o de aprehensión de la realidad, y que por lo tanto expresaban a lo sumo una glorificación estática, es decir, sin mudanzas, por no decir insensible. Pero el versículo citado no indica eso. De acuerdo a una tradición, en una oportunidad la gente escuchó a los guijarros en la mano del Santo Profeta (BPD) alabando a Dios. Pudieron entender la alabanza de Dios por parte de las piedrecillas, pero para los oídos humanos esa alabanza era verdaderamente poco familiar. La alabanza se hacía en el lenguaje propio de las piedrecillas, no en el lenguaje humano. En consecuencia, está claro que los guijarros poseen percepción, aunque por supuesto, de acuerdo a su propia capacidad existencial. El ser humano, que se considera la fuente de todos los tipos de percepción, piensa que otras cosas están desprovistas de la misma, lo cual no es cierto, aunque sí es cierto que el ser humano tiene un grado de percepción más elevado. Cuando estamos velados somos inconscientes de la percepción que tienen otras cosas y de su alabanza de Dios y pensamos que eso no ocurre.

Son Muchas las Cosas que Desconocemos.

El ser humano piensa que muchas cosas no existen, pero eso se debe a que puede ser inconsciente de las mismas. Todos los días se hacen nuevos descubrimientos. Antes creíamos que las plantas eran objetos carentes de audición, pero ahora se dice que tienen un sistema auditivo. Se dice que si se ponen tejidos de un árbol en agua caliente y se transmite una voz a través de ellos, habrá una reacción y se escucharán palabras de respuesta. No sabemos hasta dónde es correcto este informe, pero es cierto que este mundo está lleno de voces y sonidos. Todo el mundo vive y todo es un nombre de Dios. Ustedes mismos son un nombre de Dios. Sus lenguas y manos son nombres de Dios.

Todos los Movimientos Son Nombres de Dios.

La alabanza que se hace de Dios es Su nombre. Cuando uno se dirige a la mezquita después de lavarse los pies, se va con el nombre de Dios. Nadie puede desprenderse del nombre de Dios porque uno mismo es Su nombre. La percusión del pulso, el latido del corazón y el golpe de viento, son todos nombres de Dios. Posiblemente esto es lo que se entiende por los nombres de Dios en el versículo de marras. En muchos otros versículos se ha usado la expresión Con el nombre de Dios. Como hemos dicho, cada cosa es el nombre de Dios y el nombre se ha desvanecido en el nombrado. Nosotros pensamos que tenemos una existencia independiente, pero en realidad no es así. Si ese Ser, que ha dado lugar a la existencia de todas las cosas por medio de Su voluntad o decisión y por medio del reflejo de la luz de Su gloria, retirase Su luz por un momento, todas las cosas existentes se verían inmediatamente aniquiladas y se retornaría al estado preexistente. Dios creó todo el mundo por medio de la luz de Su gloria, la cual es la naturaleza auténtica de la existencia y el nombre de Dios. Dice el Corán: Dios es la luz de los cielos y de la tierra (sûrah An Nûr -La Luz-, 24:35). Todas las cosas están iluminadas por Su luz. Todas las cosas han aparecido por la fuerza de Su luz. Lo aparecido es reflejo de Su luz. La aparición del ser humano también es Su luz. Por lo tanto el mismo ser humano es una luz. Los animales también son una luz de la gloria de Dios. La existencia de los cielos y de la tierra es una luz de Dios. Tan es así que la luz se ha disipado en Dios, que el Corán dice: Dios es la luz de los cielos y de la tierra. No se dice que los cielos y la tierra están iluminados por la luz de Dios. La razón es que los cielos y la tierra son una nada. En nuestro mundo nada tiene existencia independiente, por sí mismo. En otras palabras, aquí no hay nada autoexistente. En realidad, no hay ninguna otra existencia además de Dios. Es por eso que el Corán dice: Con el nombre de Dios toda alabanza pertenece a Dios (sûrah Al-Hamd -La Apertura-, 1:1-2). Con el nombre de Dios. Di: ‘El es Dios, Uno’ (sûrah Al ’Ijlãs -La Fe Pura-112:1). Posiblemente el Corán no pide que se pronuncien las palabras Con el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso. En realidad ello alude a un hecho. El pedir que se diga Con el nombre de Dios significa que lo que uno dice también es un nombre de Dios. El Corán ha dicho: Todo lo que está en los cielos y en la tierra Le glorifica. No dice que esa glorificación sea exclusivamente de las personas o animales que estén en los cielos o en la tierra. Por lo tanto significa que toda cosa animada o inanimada alaba y glorifica a Dios, porque todas son un reflejo de la luz de Su gloria y es ésta la que produce todos los movimientos, acciones o actividades.

Todo Lo Que Está en el Mundo Es Una Manifestación de Su Gloria.

La causa de todo lo que ocurre en el mundo es la manifestación de la gloria de Dios. Todo proviene de El y todo retorna a El. Ninguna criatura tiene nada propio. Si alguien reclama algo como propio, virtualmente quiere complementar la fuente de la luz Divina, mientras que, en realidad, ni su vida le pertenece. Los ojos que tenemos no son nuestros. Es la luz de la manifestación Divina la que los ha hecho existir. La alabanza de Dios que expresamos nosotros u otros, es un nombre Divino, o es debido a un nombre Divino. Es por eso que el Corán dice: Con el nombre de Dios toda alabanza pertenece a Dios.

La Palabra Allah (Dios) es Una Manifestación Abarcativa de la Gloria Divina.

Es una manifestación que incluye todas las manifestaciones. Los nombres de Dios, Rahmãn (el Compasivo) y Rahîm (el Misericordioso), son las manifestaciones de esta manifestación.

Debido a Su misericordia y benevolencia Dios ha concedido la subsistencia a las cosas existentes. Esto es una exhibición de misericordia y gracia. Incluso la subsistencia que confirió a las cosas dañinas y ofensivas es una muestra de Su favor, el cual es común a todas las cosas existentes. Esta es la manifestación de la gloria de Su nombre, Dios (Allah). Es una auténtica manifestación de Su gloria en todo sentido.

Dios (Allah) es una estación. Es un nombre abarcativo que, (repito), es en sí mismo una manifestación de Su gloria en todo sentido. Si dejamos a un lado Su “Esencia” o “Persona”, la Existencia Divina no tiene ningún nombre. Dios y sus nombres, incluidos “Allah”, “Rahmãn” y “Rahîm”, son solamente las manifestaciones de Su gloria. Sus nombres Rahmãn y Rahîm han sido agregados a Su nombre abarcativo -es decir, Allah, (Dios)- en el bismillah, porque significan Sus atributos autosustentados de misericordia, favor y compasión. Sus atributos de retribución o justicia, cólera, etc., están subordinados a los antes mencionados. La alabanza de cualquier tipo de excelencia es en realidad la alabanza de Dios. Cuando una persona come algo y expresa lo delicioso que es, alaba a Dios inconscientemente. Cuando alguien dice a otro que es educado, erudito o filósofo, alaba a Dios, porque nadie tiene nada propio. Los méritos que tenga son la manifestación de la gloria de Dios. Tanto la persona y el intelecto del individuo que comprende esto son también manifestaciones de la gloria de Dios.

Ninguna Alabanza Es Alabanza de Algún Otro.

Siempre que alabamos a alguien, decimos que tiene una o varias buenas cualidades. Como todas las cosas pertenecen a Dios, el encomio de cualquier mérito de cualquier persona o cosa se suma virtualmente a la alabanza de Dios. Como (normalmente) estamos velados, no nos damos cuenta de esta verdad y pensamos que estamos alabando a Zaîd o a Juan, al brillo del sol o la luz de la luna. Cuando se levanta el velo pasamos a saber que todas las alabanzas pertenecen solamente a Dios y que todas las cosas que nosotros alabamos no son más que una manifestación de la gloria de Dios.

Dice el Corán: Dios es la luz de los cielos y de la tierra. En otras palabras, cada existencia y cada cualidad sublime, dondequiera se pueda dar, es atribuible a Dios, Quien es la causa de todo el mundo y éste una manifestación de Su gloria. Las cosas que hacemos en realidad no son hechas por nosotros. Dirigiéndose al Santo Profeta (BPD) dice Dios en el Corán: ...Cuando tirabas, no eras tú quien tiraba, era Dios quien tiraba... (sûrah Al ’Anfãl -El Botín-, 8:17). Consideremos las expresiones cuando tirabas y no eras tú quien tiraba. Ambas son una manifestación de era Dios quien tiraba.

Hay otro versículo que dice: Los que te juran fidelidad, la juran, en realidad, a Dios... (sûrah Al Fath -La Victoria-, 48:10). Estando velados como lo estamos, no entendemos la verdad que estos versículos entrañan. En realidad, todos nosotros estamos velados, excepto el Santo Profeta (BPD), quien fue educado directamente por Dios, así como los Santos Imames (P) de la descendencia del Santo Profeta (BPD) que recibieron la preparación de él (BPD).

Por lo tanto, hay una posibilidad que la preposición bi y el nombre ism en bismillah, puedan estar relacionados a al-Hamdu, significando, Con el nombre de Dios todas las alabanzas Le pertenecen. Es una manifestación de la gloria de Dios que lleva toda alabanza a El y no permite que ninguna alabanza sea para cualquier otro que no sea Dios, porque por mucho que se intente no se encontrará ninguna otra existencia que El. Por lo tanto, cualquier alabanza que se exprese será una alabanza de Dios. Se puede advertir que la alabanza se hace siempre de cualidades positivas. Los defectos y errores, al ser cualidades negativas, no existen realmente. Todo lo que existe tiene dos aspectos. Lo alabado es siempre el aspecto positivo y siempre está libre de defectos y errores.

Existe solamente una excelencia y una belleza y esa es la excelencia y la belleza de Dios. Deberíamos intentar comprender esta verdad. Una vez que estemos convencidos de este hecho todas las cosas serán más fáciles. En realidad, es fácil reconocer algo verbalmente, pero es difícil autopersuadirse a creer algo, aunque sea algo firmemente racional.

Creer Algo Intelectualmente Es Una Cosa y Estar Convencido de Ello Es Otra.

Estar convencido de algo es distinto de creerlo intelectualmente debido a la existencia de algunos argumentos científicos que lo prueben. La impecabilidad de los Profetas se debió a sus firmes convicciones. Un hombre que está totalmente convencido de una verdad, no puede actuar contrariamente a su convicción. Si alguien tuviera la seguridad de que se encuentra una persona parada cerca de él con una espada en la mano y que dicha persona le mataría si pronunciara una sola palabra contra ella, nunca diría nada contra la misma porque su primera preocupación sería salvar la vida. En otras palabras, en lo que a esta cuestión concierne, actuaría como infalible. Una persona que está convencida que si calumnia a otra ausente su difamación asumirá la forma de un animal espantoso con una lengua larga que va del calumniador al calumniado, y que este animal lo destrozará, jamás se permitirá difamar a nadie. Si una persona estuviera segura que “la calumnia es el alimento de los perros del infierno” y que el calumniador sería incesantemente devorado por los mismos, nunca caería en dicha falta. Ocasionalmente nosotros difamamos, y ello se debe a que no estamos completamente seguros de la consecuencia de este mal hábito.

Las Acciones de los Seres Humanos Asumirán Formas Concretas.

Si una persona estuviese convencida que cualquier acción que realice se corporizará en el Más Allá -asumiendo las acciones buenas formas buenas y las acciones malas formas malas-, y que deberá dar cuenta de todo lo que hizo (en este mundo), nunca cometería una mala acción, ni siquiera por casualidad. No necesitamos seguir desarrollando este asunto. Es suficiente decir que todas las cosas serán reconocidas. Si una persona difamó a otra, será responsable de ello. Si una persona atormentó o hirió a un creyente, irá al Infierno. Las personas buenas irán al Paraíso. Uno debe estar completamente seguro y convencido de este procedimiento. No es suficiente leer la ley en los libros o entenderla racionalmente. El conocer y entender son totalmente diferentes de la sincera convicción de corazón. Por “corazón” doy a entender el corazón real, no un órgano del cuerpo.

El ser humano conoce y comprende una verdad a menudo, pero por no estar firmemente convencido de la misma no actúa de acuerdo a lo que la creencia en ella requiere. Actúa solamente cuando se encuentra total y firmemente convencido. Esta forma de convicción es lo que se llama “fe”. El simple hecho de conocer a un Profeta no sirve de nada. Lo beneficioso es tener fe en él. No es suficiente probar la existencia de Dios. Lo necesario es creer en El y obedecer Sus órdenes sinceramente. Con la fe auténtica todo se vuelve fácil.

Si un ser humano estuviese convencido que hay una Existencia que es la fuente de todo el mundo, que hay que ser responsable y que la muerte no será el fin sino solamente el paso a una etapa más perfecta, seguramente estaría a salvo de todos los errores y deslices. La cuestión es de qué manera se convence de eso. Ya he descrito un aspecto del versículo que dice Con el nombre de Dios todas las alabanzas Le pertenecen. Una vez más insisto en que lo que digo es solamente una posibilidad, no una interpretación definida del Corán. De cualquier manera, sugiere que una persona completamente convencida que todas las alabanzas pertenecen a El nunca podría tener ideas politeístas, porque sabría que toda alabanza a cualquier persona o cosa es realmente la alabanza a alguna manifestación de la gloria de Dios.

Cualquiera que intente componer, o componga, una oda en honor al Santo Profeta (BPD) o en honor al Imam ‘Alî (P), dedica esa oda a Dios, porque ambos no son sino una gran manifestación de Dios y por lo tanto su encomio es el encomio de Dios y de Su manifestación. Una persona que está convencida que todas las alabanzas pertenecen a Dios, nunca se permitirá la jactancia, la vanagloria y la autoalabanza. En realidad el ser humano cae en el engreimiento porque no se conoce a sí mismo. “Quien se conoce a sí mismo, conoce a Dios”, como dice un hadith (tradición).

Una persona conoce a Dios solamente cuando está firmemente convencida que ella misma no significa nada y que todas las cosas pertenecen solamente a Dios.

En realidad, no nos conocemos a nosotros mismos ni conocemos a Dios. No tenemos fe en nosotros mismos ni en Dios. No estamos seguros de que no somos nada ni de que todas las cosas pertenecen a Dios. En tanto no estemos seguros de estas cosas, todos los argumentos para demostrar la existencia de Dios sirven de poco, y todo lo que hacemos se basa en el egoísmo. Toda afirmación de liderazgo o caudillaje es el resultado de la vanidad personal y del engaño o engreimiento.

La Arrogancia Es la Causa de Todos los Problemas.

La mayoría de los problemas que enfrentan los seres humanos son el resultado de su vanidad y su orgullo hueco, sin sentido. El ser humano se ama y desea ser admirado por otros. Pero eso es un error. No se da cuenta que él mismo no es nada y que él mismo es la propiedad de otro Ser. La arrogancia del ser humano y su amor por el poder son la causa de la mayoría de sus problemas, vicios y pecados, los cuales lo arruinan y lo arrastran al Infierno. Debido al egoísmo el ser humano quiere controlar todas las cosas y se convierte en enemigo de otros a quienes, correcta o incorrectamente, los considera un obstáculo en su camino. En este sentido no conoce límites y eso es la causa de todos sus problemas, desgracias y calamidades.

Todas las Alabanzas Pertenecen a Dios.

Parece que el Libro de Dios comienza con la cuestión que incluye todas las proposiciones. Cuando Dios dice Todas las alabanzas pertenecen a Dios, sentimos que ante nuestros ojos se presentan muchas cuestiones o asuntos.

El Corán no dice que algunas alabanzas pertenecen a Dios. Esto significa que si alguien dice a otra persona: “Se que Dios es Todopoderoso y Omnipotente, pero así y todo te alabo a ti y no a Dios”, incluso entonces esa alabanza será para Dios porque todas las alabanzas son alabanzas de Dios.

El Corán dice: Todas las alabanzas pertenecen a Dios. Esto significa que todo tipo de alabanzas en todas las condiciones Le pertenecen. Este versículo breve resuelve muchos problemas. Es suficiente para limpiar el corazón del ser humano de la impureza de todo tipo de politeísmo, siempre y cuando esté completamente convencido de su verdad. El que dice que nunca cometió ningún tipo de politeísmo lo dice porque intuitivamente descubrió está verdad y la ha hecho suya mentalmente. Este estado de convicción no puede asegurarse por medio de ningún argumento, lo cual no significa que los argumentos no sirven para nada. También son necesarios. Pero son solamente un medio para comprender la cuestión del monoteísmo de Dios de acuerdo a la capacidad intelectual de uno. Creer en esto es el paso siguiente.

El Razonamiento Filosófico No Es Muy Efectivo.

La filosofía es un medio, no un fin. Los argumentos filosóficos ayudan a la comprensión de los problemas, pero no conducen a una fe firme, la cual es una cuestión de intuición y experimentación o prueba. Incluso la fe tiene diversos grados.

Espero que no nos contentemos con leer y entender el Corán, sino que tengamos una fe firme en cada una de sus palabras, porque es el Libro Divino el que reforma al ser humano para hacerlo, plenamente, una existencia creada por Dios de Su Ism ’Azam (Gran Nombre). Dios ha otorgado al ser humano todo tipo de facultades, pero muchas de sus capacidades se mantienen en estado potencial, dormidas. El Corán quiere elevar al ser humano de su posición deprimida a la altura digna de él. Para este propósito ha venido el Corán. Todos los Profetas han venido para ayudar al ser humano a salir de las profundidades del egoísmo y para que vea la luz Divina, de modo que todo su pensamiento se concentre solamente en Dios.

¡Quiera Dios concedernos ese favor también a nosotros!

Fuente:

Luz Interior

Primera publicación en inglés hecha por ANSARIYAN PUBLICATIONS en Qom, Irán, bajo el título LIGHT WITHIN ME

Primera edición en castellano, corregida y ampliada respecto a la versión inglesa. Hecha por Editorial Jorge Luis Vallejo, Buenos Aires, Argentina.

Revisada en diciembre de 1999. ISBN: 987.99481.9.X

Traducido al castellano por Abu Dharr Manzolillo

1997 -- Buenos Aires -- Argentina