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Desde este espacio los invitamos a pensar, tanto los acontecimientos políticos como las producciones filosóficas y espirituales de nuestro continente y del Mundo Islámico, más allá de los presupuestos ideológicos a partir de los cuales se construye "la realidad" desde los medios masivos de comunicación y de los que se nutren, también, las categorías de análisis de buena parte de la producción académica.

Esperamos sus aportes.

domingo, abril 24, 2011

El lenguaje del Imperio - D. Losurdo




ÁRABES Y MUSULMANES COMO BLANCO DE LA MITOLOGÍA ARIA.


Domenico Losurdo


Si bien tras el cambio que se produce con la derrota del III Reich y la propagación del movimiento de emancipación de los pueblos oprimidos ya no es explícito y declarado, el racismo colonial sigue siendo perceptible de diversos modos en la actitud que Occidente asume frente a árabes y musulmanes. Por eso me ha parecido imprecisa la categoría de antisemitismo antiárabe. Sin embargo, no se han de descuidar los nuevos elementos que están emergiendo.


Hay un hecho que da qué pensar: la mitología aria, que durante mucho tiempo estimuló la persecución antijudía, sellando a continuación “la solución final”, se ensaña en nuestros días con los musulmanes. Piénsese por ejemplo en la India, donde fuertes corrientes fundamentalistas identifican a los míticos arios con la población originaria del gran país asiático, llamado ahora a recuperar y a reafirmar su propia y auténtica identidad, sacudiéndose de encima ciertamente las incrustaciones occidentales, pero ante todo islámicas, que se remontan hasta el período del imperio Mogol. En 1992, en Ayodhya, 200.000 militantes se manifestaron al grito de “¡Muerte a los musulmanes!”. La violencia no sólo se abatió sobre las mezquitas. Durante semanas y meses se propagaron por la India auténticos progromos escenificados por un populacho fanatizado: “Los musulmanes son quemados vivos en sus casas, alcanzados por bombas incendiarias o acuchillados por las calles. En el momento en que intervino el ejército, sólo en Bombay había sido masacradas 1400 personas, casi todos musulmanes”. Al albur de la popularidad así ganada, los campeones fundamentalistas de la mitología aria y de la islamofobia se hicieron más adelante con el poder a nivel nacional; se produjeron entonces “progromos promovidos por el Estado en Gujarat, en abril de 2002, cuando más de 2000 musulmanes fueron perseguidos y asesinados (1)”.


De este modo, la mitología aria retornaba a su punto de partida. A finales del S. XIX, Ludwig Gumplowicz se lamentaba, en el ámbito de su reconstrucción de la historia como “lucha racial”, de la derrota de la “civilización aria en la antigua India” a manos de la “denominada civilización semítica”. Aquí la polémica antisemita no apunta a los judíos: el propio Gumplowicz era de origen judío; el blanco lo constituyen en cambio los “árabes”, o bien el “dominio mahometano-árabe” (2).


Desde sus inicios pese a que tenía claramente su foco en los judíos, en antisemitismo tradicional no ha perdido por completo de vista a los árabes. Para darnos cuenta de ello, démosle la palabra a uno de los más influyentes teóricos del antisemitismo (antijudío) que, a finales del S. XIX se expresaba del siguiente modo: “Dado que en Europa la raza semítica está representada casi en exclusiva por los judíos, por ‘semitas’ en sentido estricto se entiende los judíos. De modo que, en nuestro caso, ‘antisemita’ significa adversario de los judíos”. Pero la homogeneidad racial y cultural entre los semitas que permanecieron en su lugar de origen y los que arribaron a Occidente sigue siendo firme: “Todavía hoy, los nómadas semitas del desierto (los beduinos) practican abiertamente la rapiña y el saqueo, del modo más primitivo. El judío es, por así decir, un ‘beduino civil’ [kultur-Beduine]; ejerce el mismo oficio de forma civilizada, siendo el ‘comercio’ su campo de acción” (3). El antisemitismo tradicional apuntaba a los judíos, en la medida que constituían un elemento de alteridad irreductible en el seno mismo de Occidente. En cambio, árabes e islamitas formaban parte de los pueblos coloniales, y se les aplicaba las teorías y las prácticas que durante siglos se les han aplicado a los pueblos coloniales. Nada de ello ha cesado; sin embargo, se ha producido una novedad radical: en cuanto inmigrados que no han roto y que no pretenden romper el vínculo con sus países y sus culturas de origen, los árabes y los musulmanes son tachados ahora de enemigos internos de Occidente: forman la quinta columna de un enemigo implacable; constituyen hoy el vehículo de subversión y el agente patógeno que amenaza con infectar un organismo social de suyo sano. En otras palabras, árabes y musulmanes comienzan a verse afectados por los tópicos, los prejuicios y los procesos de racialización que tradicionalmente se han empleado con los judíos.


Notas:

1)Dalrymple 2005, pp. 64-65.

2)Gumplowicz 1883, p. 305.

3)Fritsch 1893, pp. 3, 19-20.


Tomado de: Losurdo, Domenico. El lenguaje del Imperio. Léxico de la ideología americana. Escolar y Mayo Ediciones. Madrid, 2008, pp. 208 -209.

Digitalizado por: Islam Indoamericano.