Un año más ‘Ashurá
Por Mikail Alvarez Ruiz
Aquél
día de Ashura del año 61 de la hégira se pudieron ver en Karbalá tanto las
mayores gestas de perversidad como las mayores gestas de generosidad; a veces
unas unidas a las otras. Escenas de contradicción que en algunos casos tuvieron
sus orígenes incluso tiempo atrás.
Antes
de la batalla de Karbalá y aún en vida de Imam ‘Ali (P), durante la batalla de
Nahrawan, los soldados enemigos que habían sido capturados se encontraban reunidos
en un lugar.
Uno
de esos prisioneros que había estado luchando contra Imam ‘Ali (P), tenía sus
manos atadas con cuerdas, no muy fuertemente, pero le rodeaban sus muñecas y se
sentía molesto. Imam Husein (P) pasaba por allí y vio al soldado, y este lo
miró y le dijo:
“Husain, por favor, te
ruego que me quites estas cuerdas de mis manos; me están poniendo nervioso, así
que por favor, quítamelas”.
Imam
Husein fue donde estaba su padre y le dijo: “Oh padre, quiero pedirte un
favor”
Imam
‘Ali (P) respondió: “¿Qué?”
- Esa persona que está allí, ¿lo ves?.
- Sí lo veo, contesto Imam ‘Ali (P)
- Dice que la cuerda le aprieta las manos. Sé
que nunca se la apretarías demasiado, pero parece que le hace daño y me pidió
que se la quitara, ¿puedo?.
Imam
‘Ali (P) miró a su hijo y dijo: Adelante oh Aba Abdullah.
Después
Imam ‘Ali le preguntó: ¿Por qué quieres hacerlo?.
Imam
Husein (P) contestó: Oh padre, cuando alguien me pide algo ¿cómo
negarme?. No quiero avergonzar a esa persona.
Cuando
os deis cuenta de quién era esa persona comprenderéis que magnificencia de Imam
Husein (P).
El
Imam volvió hacia ese soldado y le dijo “Dame tus manos”, y seguidamente quitó la cuerda de las manos
de Shimr ibn al Yawash, su asesino en Karbalá.
¿¡Qué
misericordia le mostró este, años después en Karbalá al final de la jornada de
‘Ashura, cuando ‘Umar Ibn Saad llamó a sus soldados para que fueran cortar la cabeza
del Imam Hausain (P), mientras estaba postrado en oración con la frente sobre
la arena de Karbalá y nadie se atrevía a hacerlo?!. Sólo Shimr estuvo dispuesto
a saltar sobre la espalda del Imam Husain (P) cuando este estaba acabando de
rezar. Shimr levantó su sable, midiendo el golpe.
Imam Husain (P) estaba
demasiado débil para levantar siquiera la cabeza del suelo. La giró ligeramente
hacía un lado, entrevió a Shimr, y con voz débil, casi inaudible, pidió:
- Shimr, tengo sed. Antes de llevar a cabo lo
que quieres hacer, dame un poco de agua.
Como
única respuesta Shimr le
asestó un sablazo con todas sus fuerzas.
* * *
Generalmente,
cuando evocamos los sucesos de Karbalá hablamos del sacrificio y el sufrimiento
de Imam Husein (P), de sus hijos y sobrinos, de su hermano Abbas. Recordamos la
elocuencia demoledora de Zainab, lo ocurrido con esta, con las hijas del Imam
(P) y con las mujeres de la caravana de Husain (P). En definitiva, recordamos
el sufrimiento, el valor y la generosidad de los miembros de la familia de Al
Husein (P), la familia del Profeta de Allah (PBd).
Permitidme
que hoy quiera mostrar un recuerdo a la gesta de aquellos otros que sin ser
miembros de la familia del Imam (P), no dudaron en compartir con él hasta el
último momento, hasta el último aliento de sus vidas, en defensa de su Imam, en
defensa del Islam.
Personas
como Hurr, aquel oficial del ejército de Yazid que no dudó, junto a su hijo y
su sirviente, en pasarse a las filas del Imam, sabiendo que la recompensa de la
otra vida vale más que todos los lujos y honores que puedan disfrutarse en
esta. Los tres hombres que fueron de los primeros en combatir y que dieron
pruebas de tanto valor y destreza que ellos solos mataron decenas de enemigos.
El hijo de Hurr fue el primero en ser matado, después vino el turno de su
sirviente y por último cayó Hurr.
Personas
como Habib Ibn Mazahir el amigo de la infancia de Imam Husein (P), al que un
día, en Medina, cuando Habib tenía sólo unos ocho años, el Santo Profeta (PBd)
lo cogió, lo levantó entre sus brazos y lo besó con tanto amor que los
Compañeros presentes incluso se sorprendieron. Entonces, el Profeta (PBd), con
los ojos llenos de lágrimas dijo:
He visto con mis ojos
como Habib seguía a Husain con devoción allí donde fuere. Lo he visto abrazar
el suelo rozado por Husain. Y veo un día en el que este mismo niño demostrará
su amor por Husain de una manera que su nombre se volverá inmortal.
Efectivamente,
cuando Imam Husein (P) llegó a Karbalá, lo primero que hizo fue escribir a
Habib, quien se encontraba en Kufa, para informarle de la situación en que se
encontraba. Apenas recibió la carta del Imam, Habib decidió acudir en su ayuda
sin demorarse un instante.
Tal era la confianza
del Imam (P) en Habid, que cuando en la noche del 9 al 10 de Muharram el Imam distribuyó
armas entre sus compañeros, guardó un equipo completo de reserva. Alguien le preguntó
por qué razón no distribuía también esas armas. El Imam Husain (P) contestó:
- Habib, el más querido de mis amigos, va a
venir, lo he llamado. Estas armas son las suyas.
Así
fue. Habib combatió como solo combaten los que son animados por la Fe. Y cuando
recibió el martirio, expiró con el corazón satisfecho de no haber decepcionado
a aquel a quien tanto quería.
Hoy
podemos encontrar su tumba en el mausoleo de Imam Husein (P) en Karbalá, a solo
unos metros de la de su amigo, maestro e Imam, y así su nombre, como predijo el
Profeta (PBd), se ha hecho inmortal.
Personas
como Zuhayr ibn Qayn, quien a pesar de que tiempo atrás no quería saber nada de
Imam Husein (P), cuando lo conoció quedó tan sorprendido por su carácter que
desde ese momento se convirtió en uno de sus incondicionales seguidores Ante los sucesos de Karbalá no dudó
en ofrecerse como voluntario y unirse al grupo del Imam (P) contra el ejército
de Yazid.
Zuhayr
intentó negociar la obtención agua para Imam Husein y sus compañeros, pero el
ejército de Yazid se negó diciéndole a Zuhayr que él podía beber lo que
quisiese pero que al campamento de Husain no podía llevar ni una gota de esa
agua Zuhayr se negó a beber y
les dijo:
- Es un pecado para mí de beber, mientras que
el santo Imam y su familia tienen sed.
Cuando
llegó el momento de la batalla, Zuhayr fue de los primeros en combatir,
mandando al infierno a decenas de enemigos antes de alcanzar el martirio.
Personas
como Muslim Ibn Awsaja, aquel venerable compañero del Santo Profeta (PBd), quien
a pesar de tener más de ochenta años, la edad no le había debilitado en nada el
celo con que servía a la causa de la Verdad.
Había
visto al Santo Profeta (PBd) abrazar con amor a su nieto Husain (P). Había
visto al Santo Profeta (PBd) bajar precipitadamente del mimbar de la Mezquita
de Medina, interrumpiendo su jutba, para coger en sus brazos y consolar a
Husain quien se había caído al tropezar con una alfombra de fibras de palmera.
Había visto como, un día del ‘Id, el Profeta (PBd) había corrido por las calles
de Medina llevando sobre sus espaldas a Hasan y a Husain, imitando el grito del
camello, porque los niños habían expresado su deseo de dar un paseo sobre la
espalda de dicho animal.
Este
venerable testimonio de la Revelación, este fiel shi’a del Imam ‘Ali (P) y luego
del Imam Husain (P), no podía imaginar un solo instante que tuviera que
abandonar a su Imam en momento tan crítico. El Imam hizo cuanto podo para
convencerle que a su edad era impensable ir al combate. Pero si bien la edad
había gastado las fuerzas de Muslim, no obstante la llama del amor por la
Familia del Profeta que consumía su alma lo sostenía y hacía inflexible su
determinación en defender a aquel que había visto ser abrazado por el Profeta
tantas veces.
Con
más de ochenta años, Muslim se lanzó a la batalla y ofreció hasta la última
gota de su sangre por defender al Imam Husain (P).
Personas
como Burair Hamadani, el intrépido guerrero cuyas proezas en los duelos lo
habían convertido en un personaje legendario, quien reunió a todos los
compañeros del Imam Husain (P) para ponerlos en guardia contra un posible
ataque nocturno y les dijo:
“¡Si mataran al nieto
del Enviado de Allah estando nosotros aún en vida, la vergüenza y el deshonor
estaría con nosotros hasta el fin de nuestros días. Hiciéramos lo que
hiciéramos el resto de nuestra vida, nada podría borrar esta infamia!”.
También
fue Burair Hamadani quien, ante las dudas de Zainab sobre el apoyo de los
compañeros del Imam Husain (P), se plantó ante ella e, inclinando la cabeza
delante de la hija del Imam ‘Ali (P) y de Fátima az Zahra (P), le declaró que para
él era una cuestión de honor combatir y morir por defender al Imam Husain (P) y
a la familia del Profeta (PBd), pidiendo Burair a cada uno de los presentes que
asegurasen de igual modo a Zainab.
Fue
también Burair Hamadani quien, viendo llorar de sed a un niño, agarró una bota
y, acompañado de algunos compañeros del Imam Husain (P), se abrió camino a
través de las líneas enemigas hasta llegar al río, sin que los hombres de ‘Umar
Ibn Sa’ad pudiesen impedírselo, aunque desgraciadamente a su regreso al
campamento con la bota llena de agua, los niños en su arrebato por las ganas de
beber se empujaron y uno de ellos cayó encima de la bota reventándola. Ni uno
de ellos pudo beber ni siquiera una gota, y Burair no pudo reprimir las
lágrimas.
Burair
Hamadani se adelantó en el campo de batalla. Muchos fueron los enemigos que le
precedieron en la muerte. Luego Burair recibió el martirio a que tanto
aspiraba.
Personas
como Wahab Ibn Abdallah, un joven que se había casado apenas hacía dos días
quien, volviendo a su casa con su madre y su joven esposa, pasó por Karbalá, y
al enterarse de lo que estaba sucediendo, no dejó de suplicarle al Imam Husain
(P) que le permitiera lanzarse al campo de batalla y ofrecerle así su vida para
defenderle. Cuando todos los compañeros del Imam Husain hubieron recibido el
martirio y no quedaban con él más que los miembros de su Familia, Wahab volvió
a intentarlo. El Imam le contestó que solo podía autorizarle ir al combate si
conseguía el permiso de la dos mujeres que tenía su a cargo. La madre de Wahab,
que se encontraba justo al lado, y quien había recibido cárcel y tortura en los
tiempos del reinado de Mu’awiya por su apoyo a Imam ‘Ali (P), respondió
directamente al Imam Husain (P):
- ¡Durante su infancia, lo alimenté con mi
propia leche pero solo lo consideraré mi hijo si muere defendiéndote, como lo
han hecho anteriormente los demás de tus shi’as!
Wahab pudo al fin lanzarse
al combate y morir defendiendo a su Imam, tal como deseaba con tanto fervor.
Uno
tras otro, los fieles shi’as del Imam (P) avanzaron hacia al enemigo. Uno tras
otro combatieron con ahínco. Uno tras otro enviaron al infierno un gran número
de secuaces de Yazid. Uno tras otro los fieles shi’as del
Imam dieron así su vida sin dudarlo.
Uno
tras otro hasta alcanzar la cifra de 72 mártires junto a los miembros de la
familia de Al Hsain (P).
Habían
conocido una vida noble y conocieron una muerte gloriosa.
* * *
La Paz sea
con todos vosotros, ¡oh los santos y queridos de Allah!.
La Paz sea
con todos vosotros, ¡oh elegidos de Allah y Sus siervos especiales!.
La Paz sea
con todos vosotros, ¡oh los ayudantes de de la religión de Allah!.
La Paz sea
con todos vosotros, ¡oh los ayudantes de del Mensajero de Allah!.
La Paz sea
con todos vosotros, ¡oh los ayudantes del Amir
al Mu’minin!.
La Paz sea
con todos vosotros, ¡oh los ayudantes de Fatimat az Zahra, la Señora de las mujeres del universo!.
La Paz sea
con todos vosotros, ¡oh los ayudantes de Abu Muhammad al-Hasan ibn ‘Ali, el
santo sincero, puro y fiel!.
La Paz sea
con todos vosotros, ¡oh los ayudantes de Aba Abdullah!.
¡Puedan ser nuestros padres y nuestras madres sacrificados
por vosotros!. Vosotros sois santos y puros, y la tierra en la que estáis
enterrados también se hizo santa y pura!.
Con vuestro final alcanzasteis una gran victoria.
Desearía haber estado con vosotros.
¡La victoria
con vosotros!.